sábado, 8 de febrero de 2014

Sigue la liebre (Fernández)

Un cazador y sus siete perros
al campo se dieron a cazar,
ya se sabían los pasos de memoria
y que lo primero era esperar.

Agazapados entre las hierbas,
atentos los canes para atrapar
cualquier animalito que se moviera
para detenerlo y que le pudieran disparar.

Los músculos de los perros todos tensos
las patas ya en posición para arrancar,
los oídos agudizados y antentos…
¡De pronto un perro se lanzó a atrapar!

Los otros seis al instante y a la par
al primero seguían en frenética carrera,
corrían sin saber el objetivo a cazar,
solo el primero sabía que una liebre era la presa.

Corría el primero mirándola fijo,
los demás la divisaban de cuando en vez;
la liebre corría, ¡qué animal escurridizo!,
los perros detrás, a la velocidad un tren.

Metros de metros a toda marcha iban.
dejando atrás una tímida polvareda.
Adelante la liebre corría por su vida,
atrás los perros lo hacían por su presa.
  
 La carrera desgastaba a los animales,
los jadeos se comenzaron a sentir,
el cansancio invandía a los atrapantes
y uno a uno se empezaban a rendir.

Cinco…cuatro… tres perros quedaban
en la persecusión tras la dichosa liebre,
que tomaba distancia de los perros,
cuyo cansancio abate, paraliza y remece.

De los siete ahora solo un perro dura,
los demás han abdicado impacientes…
Solo el primero, con perseverancia perruna
no abandona la esperanza tras la liebre.

 Como vemos, es un único can inrrendible
el fiel que continúa en la pista al frente:
El único perro que no abandonó la carrera

fue el que nunca dejó de ver la liebre.

Adaptación de Joaquín Fernández


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