miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Qué entendemos por Solidaridad? (Maristas Chile)

Tal como afirma Juan Pablo II en Sollicitudo Rei Socialis (1987), creemos que la solidaridad no es "un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos" (nº 38).

Ahora bien, consideramos que esto no se logra solo mediante determinadas acciones, sino comprendiendo la solidaridad como un vínculo entre seres humanos. Más allá de las acciones que implique, la solidad es un percibirse junto a los demás, es comprender a los otros como parte de una misma comunidad, sólida y amplia, en la que todos somos realmente responsables de todos, especialmente de los más débiles. La solidaridad es una manera de comprendernos como miembros de la misma comunidad humana.

En este sentido, si bien cada uno tiene su propia comunidad de referencia (familia, amigos, curso, etc.) con la cual es más natural actuar solidariamente, la solidaridad cristiana tiene un alcance universal pues nace del reconocimiento de que todos somos hijos e hijas de Dios y debemos velar por el conjunto de la humanidad y la creación. Siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II, entendemos que "los gozos, las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón... La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia" (GS nº1). Actualmente, tambien se destaca una conciencia más lúcida de la relación solidaria entre el ser humano y la naturaleza: el ser humano se valoriza en medida que preserva y promueve la naturaleza, y ésta, protegida, le garantiza mejor calidad de vida.

La solidaridad cristiana requiere ser entendida bajo dos aspectos complementarios: como un principio social y como una virtud moral (CIC nº1939-1942; Compendio DSI, 193).

El principio de solidaridad es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana y, en buena medida, es la condición sobre la que se sustenta la paz social. Se manifiesta en la justa distribución de los bienes y en la resolución de los problemas socioeconómicos que aquejan a grandes grupos humanos. En tanto principio ético, "transforma preferentemente la organización de la vida social: sus relaciones, sus instituciones, sus estructuras", esto es, vence los "mecanismos perversos" y las "estructuras de pecado" para transformarlas en estructuras de solidaridad mediante cambios legislativos, modificaciones a las reglas de mercado y otros ordenamientos que fueren necesarios para el respeto a los derechos y la dignidad de todos.

Podemos decir que la solidaridad es una forma de denominar la auténtica caridad: no esa caridad que se limita a un mero sentimentalismo, presa fácil de las emociones y opiniones. Así lo manifiesta Benedicto XVI en Caritas in Veritate (2009), afirmando que la verdadera caridad se expresa en dos criterios: la justicia y el bien común (nº 6,7). "No puedo "dar" al otro de lo mío sin haber dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde". "La caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los pueblos" y llega todavía mucho más allá, abarcando relaciones de gratuidad, misericordia y comunión. Por otra parte, junto con el afán por el bien individual está el bien que se busca para las personas que forman parte de la comunidad social: "desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad". Una de las formas de concretar este compromiso es incidiendo y utilizando las "instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social".

En cuanto virtud cristiana, la solidaridad "es una actitud moral que cambia la vida de la persona en orden a implicarla con el destino del "otro"", por cuanto todos estamos llamados a preocuparnos por el destino de los demás. La conciencia de la responsabilidad colectiva debe movilizar a las personas y comunidades a empeñar todas sus energías, con una determinación firme y perseverante, en pro de una vida digna para todos y cada uno. Mueve a entregarse por el bien del prójimo y a servirlos hasta ofrecer la propia vida si fuese necesario.

Siguiendo estas dos ideas, entendemos que "la solidaridad es al mismo tiempo un dado de las "conciencias" y una configuración de las "estructuras"", y por tanto, si bien tiene relación con percibir a los demás como parte de una misma comunidad, requiere necesariamente el compromiso activo por el bien común de sus miembros. Por eso es tambien acción, es movilizarse en pos de los otros. Implica ponerse al servicio de los demás y actuar pa vencer "las estructuras de pecado".

La solidaridad "configura un modo de ser humano y cristiano. No es solo alianza colectiva para defender intereses comunes, ni siquiera es solos huida a las víctimas en la que el donante percance ajeno a lo que dona. Solidaridad es más bien algo que involucra a toda la persona y, en principio, la involucra para siempre. Esta forma de relacionarse los seres humanos, refiriéndose mutuamente por principio, dando  y recibiendo lo mejor de cada uno, es el ideal neotestamentario de llevarse mutuamente".

En resumen, la solidad es un percibirse, un comprometerse y un actuar por todos aquellos que son parte de la amplia comunidad humana.

Equipo de Solidaridad. Hermanos Maristas Chile. En Guía orientadora de la Solidaridad Marista en Chile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario