domingo, 21 de septiembre de 2014

Pensar en los problemas

El sabio piensa en sus problemas cuando tiene algún sentido hacerlo; el resto del tiempo piensa en otras cosas o, si es de noche, no piensa en nada".

Bertrand Russell

Los deseos de nuestra sociedad

Todo el tiempo estamos deseando cosas: más dinero, más objetos. El mundo es puro deseo. Nos meten en la cabeza que no tenemos que envejecer, miles de anuncios nos animan a agrandar los labios, arreglar los pechos, estilar el pene o reafirmar nuestros glúteos. Deseamos y deseamos todo cuanto vemos en los anuncios o en la calle. Cada vez que me conecto a Internet me encuentro con cuatro proposiciones constantes: alargarme el falo, bajar de peso, comprar prostitutas y ganar una fortuna sin trabajar... o aparecen bancos imaginarios donde ganas millones. Ése es el grave problema de esta sociedad: está llena de deseos de consumir y aparentar, pero hay muy pocas ganas de ser.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Lo bueno de la risa

En cierta manera porque al reírnos nos desprendemos de lo que nos duele o tortura. La risa nos crea una distancia con nuestros propios conflictos y libera los nudos. Ayuda momentáneamente. Abre los diques y proporciona la felicidad durante unos instantes. Es tan buena como el estornudo, que es rápido y liberador.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Gratitud

Saber dar las gracias es una señal de salud espiritual.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

El dinero debe circular

El dinero, en la medida en que representa energía, tiene que circular.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Cuando la enseñanza es aplicada

Una enseñanza no se hace operante, no adquiere toda su fuerza transformadora, hasta el momento en que es aplicada.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Tocar el fango

No olvides nunca que la flor de loto surge del cieno. Hay que explorar el fango, tocar la muerte y el barro para subir hacia los cielos límpidos.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Para volverse sabio

Uno se vuelve sabio solo en la medida en que atraviesa su propia locura.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

La fecha de Semana Santa

La fecha en que se fija la celebración de la Semana Santa depende del cálculo de una fórmula establecida por el emperador romano Constantino el Grande, en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 d.C. Cualquiera puede, en virtud de esa fórmula, conocer con anticipación la fecha de la Pascua de cada año. En primer lugar debemos hallar el equinoccio vernal o primer día de la primavera en una calendario diario que incluya las fases lunares. Acto seguido buscamos a que día le corresponde la primera luna llena después de la entrada de la primavera (normalmente está indicada en una esquina del calendario). La Semana Santa caerá justo el domingo siguiente (hay que tener en cuenta que el principal día de la Semana Santa para los cristianos es el Domingo de Resurrección).

El motivo del porque tiene que ser el domingo siguiente tiene su origen en la Pascua judía, que se celebraba el 14 de Nisán. Con eso conmemoraban la salida de Egipto, y esa era la fiesta que Jesús conmemoraba con sus apóstoles en la Última Cena. El calendario judío era lunar y el 14 de Nisán siempre era la primera luna llena del equinoccio de primavera.

De acuerdo con esta regla, la fecha más tardía posible para Semana Santa sería el domingo 25 de abril (la próxima vez que caiga en esta fecha será en el año 2038). La más temprana es el domingo 22 de marzo (la próxima en 22855). La mayoría de las veces, la Semana Santa, cae durante la primera semana de abril.

Alfred López en "Ya está el listo que  todo lo sabe"

Nota: Para el caso de Chile y zonas paralelas, no es primavera sino que otoño.

Se te calienta la boca

Cuando una persona habla más de la cuenta, discute y su enfado va cada vez a más o suelta muchos insultos seguidos, son ocasiones en las que se utiliza la expresión "se le ha calentado la boca" para referirse a ello.

El origen del dicho lo encontramos en el mundo ecuestre. Cuando un caballo padece deshidratación se le calienta la boca y esto provoca que las riendas que sirven para dar instrucciones, llamadas bocado (porque van colocadas justamente en la boca), se le desajusten y provoque que no haga caso a las órdenes que se le da, acabando desbocado y por lo tanto el jinete pierde todo control sobre el equino.

De ahí que cuando a alguien se le "calienta demasiado la boca" acabe perdiendo el control de lo que dice.

Alfredo López en "Ya está el listo que todo lo sabe".