martes, 9 de diciembre de 2014

El servicio e importancia de la teología

En cierto modo comprendo por qué algunas personas sienten rechazo por la teología. Recuerdo que una vez, cuando estaba dando una charla para la R.A.F., un viejo curtido oficial se levantó y dijo: "Todo eso a mí no me sirve. Pero le aclaro que soy un hombre religioso. Sé que Dios existe. Lo he sentido: solo en el desierto, por la noche; en el inmenso misterio".

Y esa justamente es la razón por la que no creo en todos sus pequeños dogmas y fórmulas acerca de Él. ¡A cualquiera que haya conocido al Dios verdadero, todo es le parece pedante, mezquino e irreal!

Bien, en un sentido, estoy de acuerdo con ese hombre. Creo que es probable que haya tenido una auténtica experiencia de Dios en el desierto. Y cuando se volvió después a los credos cristianos creo que se estaba volviendo de algo real o algo menos real. Del mismo modo, si un hombre ha mirado alguna vez el Atlántico desde la playa, y luego mira un mapa del Atlántico, tambien se estará volviendo de algo real o algo menos real: de las olas reales a un trozo de papel coloreado. Pero aquí viene mi argumento. Admitimos que el mapa es solo papel coloreado, pero hay dos cosas acerca de él que debéis recordar. En primer lugar, está basado en lo que cientos de miles de personas han averiguado navegando por el auténtico Atlántico. En este sentido, tiene detrás una inmensa experiencia tan real como la que podría tenerse desde la playa; solo que, mientras que la vuestra será una única y aislada mirada, el mapa hace que todas esas experiencias diferentes concurran en él. En segundo lugar, si queréis ir a alguna parte, el mapa es absolutamente necesario. Mientras os contentéis con paseos por la playa, vuestras propias miradas son mucho más divertidas que contemplar el mapa. Pero el mapa os será más útil que la playa si queréis llegar a América.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Perder para ganar

Si nuestro objetivo es el cielo, la tierra se nos dará por añadidura; si nuestro objetivo es la tierra, no tendremos ninguna de las dos cosas. Parece una extraña regla, pero algo parecido puede verse funcionando en otros asuntos. La salud es una gran bendición, pero en el momento en que hacemos de ella uno de nuestros objetivos directos y principales, nos convertimos en hipocondríacos y empezamos a pensar que estamos enfermos. Es probable que disfrutemos de salid solo si deseamos más otras cosas... comida, juegos, trabajo, diversión, aire libre. Del mismo modo, jamás salvaremos a la civilización mientras la civilización sea nuestro principal objetivo. Debemos aprender a desear otras cosas aún más.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Amor cristiano como voluntad

"El amor cristiano, ya sea hacia Dios o hace el hombre, es un asunto de voluntad".

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Amor al prójimo

No perdáis el tiempo preguntándoos si "amáis" a vuestro prójimo: comportaos como si fuera así.

Cuando nos comportamos como si amásemos a alguien, al cabo del tiempo llegaremos a amarlo. Si le hacemos daño alguien que nos disgusta, descubriremos que nos disgusta aún más que antes. Si le hacemos un favor, encontraremos que nos disgusta menos.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Amor al prójimo

"No pierdas el tiempo preguntándote si amas al prójimo; compórtate como si fuera así".

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Significado original de Caridad

Ahora la "caridad" significa simplemente lo que antes se llamaba "limosna", es decir, ayudar a los pobres. Originalmente su significado era mucho más amplio. Pueden ver cómo obtuvo el significado moderno. SI un hombre tiene "caridad", ayudar a los pobres es una de las cosas más evidente que hace, y por eso la gente dio en hablar de ello como si la caridad fuera solamente eso. Del mismo modo, la "rima", es lo más evidente de la poesía, y así la gente quiere decir por "poesía" lo que simplemente es rima y nada más.

Caridad significa "amor en el sentido cristiano". Pero el amor, en el sentido cristiano, no significa una emoción. Es un estado, no de los sentimientos, sino de la voluntad; el estado de la voluntad que naturalmente tenemos acerca de nosotros mismos, y que debemos aprender a tener acerca de los demás.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

La gravedad del orgullo

El vicio al que me refiero es el orgullo o la vanidad, y la virtud que se le opone es, en la moral cristiana, la humildad. Tal vez recordéis, cuando hablaba de moral sexual, que os advertí que el centro de la moral cristiana no residía allí. Pues bien, ahora hemos llegado a ese centro. Según los maestros cristianos, el vicio esencial, el más terrible de todos, es el orgullo.

La falta de castidad, la ira, al codicia, la ebriedad y cosas tales son meros pedacitos en comparación. Fue a través del orgullo como el demonio se convirtió en demonio: el orgullo conduce a todos los demás vicios: es el estado mental completamente anti-Dios.

(...)

El orgullo no deriva de ningún placer de poseer algo, sino solo de poseer algo más de eso que el vecino. Decimos que la gente está orgullosa de ser rica, o inteligente, o guapa, pero no es así. Están orgullosos de ser más ricos, más inteligentes o más guapos que los demás. Si todos los demás se hicieran igualmente ricos, o inteligentes, o guapos, no habría nada de que estar orgulloso. Es la comparación lo que nos vuelve orgullosos: el placer de estar por encima de los demás. Una vez que el elemento de competición ha desaparecido, el orgullo desaparece. Por eso digo que el orgullo es esencialmente competitivo de un modo en que los demás vicios no lo son.

(...)

El orgullo es competitivo por su naturaleza misma: por eso cada vez demandan más y más poder. Si soy orgulloso, mientras haya otro hombre en el mundo que sea más poderoso, más rico o más inteligente que yo, ese hombre será mi rival y mi enemigo.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Enamoramiento y promesas

La idea de que "estar enamorados" es la única razón para permanecer casados no deja realmente espacio en absoluto para el matrimonio como un contrato o una promesa. Si el amor lo es todo, la promesa no puede añadir nada, y si no puede añadir nada entonces no debería hacerse. Lo curioso es que los enamorados mismos, mientras siguen realmente enamorados, sabe esto mejor que aquellos que hablan del amor. Como señaló Chesterton, los que están enamorados tienen una inclinación natural a vincularse por medio de promesas. Las canciones de amor del mundo entero están llenas de promesas de fidelidad eterna. La ley cristiana no impone sobre la pasión del amor algo que es ajeno a la naturaleza de esa pasión: exige que los enamorados se tomen en serio algo que su pasión por sí misma los impulsa a hacer.

Y, por supuesto, la promesa, hecha cuando estor enamorado y porque estoy enamorado, de ser fiel al ser amado durante toda mi vida, compromete a ser fiel aunque deje de estar enamorado. Una promesa debe ser hecha acerca de cosas que puedo hacer, acerca de actos: nadie puede prometer seguir sintiendo los mismos sentimientos. Sería lo mismo que prometiese no volver a surgir ningún dolor de cabeza o tener siempre apetito.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

El Dios de las Maravillas

Como la ciencia admira y alaba al Creador:


Gravedad de los pecados espirituales

Si alguien piensa que los cristianos consideran la falta de castidad como el vicio supremo, está del todo equivocado. Los pecados de la carne son malos, pero son los menos malos de todos los pecados. Los perores placeres son puramente espirituales: el placer de dejar a alguien en ridículo, el placer de dominar, de tratar con desprecio, de denigrar; el placer del poder o del odio. Puesto que hay dos elementos en mí, compitiendo con el ser humano en que debo intentar convertirme.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

El relojero

De esto hace mucho tiempo. Epoca en la que todavía todo oficio era un arte y una herencia. El hijo aprendía de su padre, lo que éste había sabido por su abuelo. El trabajo heredado terminaba por dar un apellido a la familia. Existían así los Herrero, los Barrero, la familia de Tejedor, etcétera.
Bueno, en aquella época y en un pueblito perdido en la montaña, pasaba más o menos lo mismo que sucedía en todas las otras poblaciones. Las necesidades de la gente eran satisfechas por las diferentes familias que con sus oficios heredados se preocupaban de solucionar todos los problemas. Cada día, el aguatero con su familia traía desde el río cercano toda el agua que el pueblito necesitaba. El cantero hacía lo mismo con respecto a las piedras y lajas necesarias para la construcción o reparación de las viviendas. El panadero se ocupaba con los suyos de amasar la harina y hornear el pan que se consumiría. Y así pasaba con el carnicero, el zapatero, el relojero. Cada uno se sentía útil y necesario al aportar lo suyo a las necesidades comunes. Nadie se sentía más que los otros, porque todos eran necesarios.
Pero un día algo vino a turbar la tranquila vida de los pobladores de aquella aldea perdida en la montaña. En un amanecer se sintió a lo lejos el clarín del heraldo que hacía de postillón o correo. El retumbo de los cascos de caballo se fue acercando y finalmente se lo vio doblar la calle que daba entrada al pueblito: un caballo sudoroso que fue frenado justo delante de la puerta de la casa del relojero. El heraldo le entregó un grueso sobre que traía noticias de la capital. Toda la gente se mantuvo a la expectativa a la puerta de sus casas a fin de conocer la importante noticia que seguramente se sabría de un momento al otro.
Y así fue efectivamente. Pronto corrió por todo el pueblo la voz de que desde la capital lo llamaban al relojero para que se hiciera cargo de una enorme herencia que un pariente le había legado. Toda la población quedó consternada. El pueblito se quedaría sin relojero. Todos se sintieron turbados frente a la idea de que desde aquel día, algo faltaría al irse quien se ocupaba de atender los relojes con los que podían conocer la hora exacta.
Al día siguiente una pesada carreta cargada con todas las pertenencias de la familia, cruzaba lentamente el poblado, alejándose quizás para siempre rumbo a la ciudad capital. En ella se marchaba el relojero con toda su gente: el viejo abuelo y los hijos pequeños. Nadie quedaba en el lugar que pudiera entender de relojes.
La gente se sintió huérfana, y comenzó a mirar ansiosamente y a cada rato el reloj de la torre de la Iglesia. Otro tanto hacía cada uno con su propio reloj de bolsillo. Con el pasar de los días el sentimiento comenzó a cambiar. El relojero se había ido y nada había cambiado. Todo seguía en plena normalidad. El aparato de la torre y los de cada uno seguía rítmicamente funcionando y dando la hora sin contratiempo alguno.
-¡Caramba!- se decía la gente. Nos hemos asustado de gusto. Después de todo, el relojero no era una persona indispensable entre nosotros. Se ha marchado y todo sigue en orden y bien como cuando él estaba aquí. Otra cosa muy distinta hubiera sido sin el panadero. No había porqué preocuparse. Bien se podía vivir sin el ausente.
Y los días fueron pasando, haciéndose meses. De pronto a alguien se le cayó el reloj, y aunque al sacudirlo comenzó a funcionar, desde ese día su manera de señalar la hora ya no era de fiar. Adelantaba o atrasaba sin motivo aparente. Fue inútil sacudirlo o darle cuerda. La cosa no parecía tener solución. De manera que el propietario del aparato decidió guardarlo en su mesita de luz, y bien pronto lo olvidó al ir amontonando sobre él otras cosas que también iban a para al mismo lugar de descanso.
Y lo que le pasó a esta persona, le fue sucediendo más o menos al resto de los pobladores. En pocos años todos los relojes, por una causa o por otra, dejaron de funcionar normalmente, y con ello ya no fueron de fiar. Recién entonces se comenzó a notar la ausencia del relojero. Pero era inútil lamentarlo. Ya n estaba, y esto sucedía desde hacía varios años. Por ello cada uno guardó su reloj en el cajón de la mesa de luz, y poco a poco lo fue olvidando y arrinconando.
Digo mal al decir que todos hacían esto. Porque hubo alguien que obró de una manera extraña. Su reloj también se descompuso. Dejó de marcar la hora correcta, y ya fue poco menos que inútil. Pero esta persona tenía cariño por aquel objeto que recibiera de sus antepasados, y que lo acompañara cada día con sus exigencias de darle cuerda por la noche, y de marcarle el ritmo de las horas durante la jornada. Por ello no lo abandonó al olvido de las cosas inútiles. Cierto: no le servía de gran cosa. Pero lo mismo, cada noche, antes de acostarse cumplía con el rito de sacar el reloj del cajón, para darle fielmente cuerda a fin de que se mantuviera funcionando. Le corregía la hora más o menos intuitivamente recordando las últimas campanadas del reloj de la iglesia. Luego lo volvía a guardar hasta la noche siguiente en que repetía religiosamente el gesto.
Un buen día, la población fue nuevamente sacudida por una noticia. ¡Retornaba el relojero! Se armó un enorme revuelo. Cada uno comenzó a buscar ansiosamente entre sus cosas olvidadas el reloj abandonado por inútil a fin de hacerlo llegar lo antes posible al que podría arreglárselo. En esta búsqueda aparecieron cartas no contestadas, facturas no pagadas, junto al reloj ya medio oxidado.
Fue inútil. Los viejos engranajes tanto tiempo olvidados, estaban trabados por el óxido y el aceite endurecido. Apenas puestos en funcionamiento, comenzaron a descomponerse nuevamente: a uno se le quebraba la cuerda, a otro se le rompía un eje, al de más allá se le partía un engranaje. No había compostura posible para objetos tanto tiempo detenidos. Se habían definitiva e irremediablemente deteriorado.
Solamente uno de los relojes pudo ser reparado con relativa facilidad. El que se había mantenido en funcionamiento aunque no marcara correctamente la hora. La fidelidad de su dueño que cada noche le diera cuerda, había mantenido su maquinaria lubricada y en buen estado. Bastó con enderezarle el eje torcido y colocar sus piezas en la posición debida, y todo volvió a andar como en sus mejores tiempos.
La fidelidad a un cariño había hecho superar la utilidad, y había mantenido la realidad en espera de tiempos mejores. Ello había posibilitado la recuperación.
La oración pertenece a este tipo de realidades. Tiene mucho de herencia, poco de utilidad a corta distancia, necesidad de fidelidad constante, y capacidad de recuperación plena cuando regrese el relojero.

Mamerto Menapace en Cuentos Rodados.

La gravedad de la vida y de la muerte (cuento)

Un profundo barranco nos devoró las piernas durante varias horas. El sol caía plomizo sobre nuestras espaldas; entre las profundidades de las yungas anduvimos, machete y hombre, fogoneando la esperanza, abriendo paso a la columna que de a poco se despeñaba por la gruesa estampida del calor izado desde el barro húmedo y gredoso.
A lo lejos una bandada de pájaros cortó la quietud de la mañana ya antigua. Rasaron sobre nuestros cascos, eran guacamayos azules que de pronto le devolvieron la vida a nuestro camino. Un ruido a furia de agua comenzó a endulzarnos la fatiga. Buscamos su paso. Cuando encontramos el peso del río violento algunos de nuestros compañeros se precipitaron a refrescarse. 
Era el primer contacto con agua, luego de andar por la espesura selvática entre el barro y los animales, las enfermedades y las desesperanzas. ¿Era esta la exigencia que nos pedía la revolución? ¿El dolor extremo, la clandestinidad, el olvido de nuestros seres queridos? ¿Defender la Patria Grande contra la intromisión constante del imperio, mientras el resto duerme en la tranquilidad de su casas?
Renegaba en mis pasos consumidos por el pensamiento huraño. Recordaba las palabras de Camilo Torres, buscar a través de medios eficaces la felicidad de todos, amar así verdaderamente a los empobrecidos de nuestro continente. Mi mente vagabundeaba, increpándome, rasgándome la conciencia cristiana, revolucionaria, socialista. 
Miré el agua con su traje de vida y recuperé el optimismo. Cuatro compañeros se desprendieron de la columna, llegaron a la orilla, comenzaron a desnudarse, cuando tomaron contacto con la comisura del río una ráfaga de metralla ardió desde una barricada en la otra orilla. Aquel ramalazo de fuego y plomo dejó tres cadáveres en la arena.
- ¡Carajo, los gringos! – grito Arnulfo Rojas tirándose al piso 
Tomamos resguardo de inmediato. Dos hombres en el agua boqueaban su último aliento sobre la corriente rojamente enardecida de muerte. Aquella línea de fuego descargó su ensañamiento sobre nuestros cuerpos. Silbaban en nuestras cabezas como avispas enojadas las balas del enemigo. Nos cubrimos tomando una posición de fuego favorable.
Cuando estuve a salvo, comencé a leer los disparos buscándole el origen. De cuclillas detrás de un paraíso robusto, coloqué mi ojo sobre la mira del rifle hacia la barricada. La posición aquella permitía desnudar la presencia del ejército de aquel dictador.
Totalmente descubiertos, eran dos; juro que odié aquel momento. El sol se ponía de azufre y descansaba su rigor sobre mi parietal. Ejecuté con calma dos disparos certeros; pude observar el desplomo del primer soldado, el segundo, sorprendido, no pudo huir a tiempo y fue destrozado en la ejecución.
Apenas disparé, volví mi espalda para apoyarla sobre el paraíso que se mantenía erguido, atestiguando mi terrible miedo. Respiraba hondo, asustado; era mi primer disparo sobre un ser humano.
- ¡Vamos al foco Antonio! – gritó Ceferino Roldán, advirtiéndome que revisarían la zona y yo debía resguardar sus espaldas.
Afirmé con la cabeza e hice un gesto de movimiento con la mano derecha mientras sostenía con el antebrazo izquierdo mi fusil caliente. El silencio azotaba junto al sol mi espinazo con un escalofrío duro; la adrenalina me salía por las uñas, me rascaba la cara, todo era como un pesado sueño.
El río incrementó su fuerza. Tres compañeros procuraron retener sin suerte los cuerpos sin vida de los caídos por el fuego enemigo. La vehemencia del agua no permitía a la pequeña tropa alcanzar la otra orilla. Los soldados hacían grandes pasos para cruzar, el agua les cubría hasta las rodillas, los fusiles eran alzados con las dos manos para evitar humedecer la pólvora. 
Jamás mis manos habían dado muerte a nadie. No podía creer que éstas manos hubieran quitado de la faz de la tierra a un ser. Con la mira puesta sobre la barricada enemiga buscaba percibir un mínimo movimiento, los cuerpos yacían. Decidí salir de mi escondite. Fue una pésima decisión. El fusil apuntaba hacia la dirección de los cuerpos pero descuidé el frente. 
- ¡Cúbrenos las espaldas, mierda! – se enfureció Ceferino.
Cuando volví mis ojos a la mira, pude observar que un tercer hombre se alzaba con las metrallas de los dos caídos y gritó:
-¡Mueran, indios de mierda!
En el mismo momento que gatilló sobre sus armas, le acerté un primer impacto sobre el hombro provocando una ráfaga de metrallas como una víbora desbocada que se arrastraba por todos lados. Mis compañeros disparaban, buscaron refugio en vano sobre el corazón del río, pero sin demora le acerté un segundo impacto que le ingresó por el cuello y un movimiento reflejo hizo que se cubriera de inmediato la garganta que se teñía de púrpura, cayendo inerme hacia adelante.
Los ojos de ese hombre se abrían grandes, yo podía verlos a través de la distancia, quizás sorprendidos de hallar la muerte se agigantaron hasta perecer. Ese hombre no buscaba la muerte, pero la halló sobre la cumbre del medio día. Ninguno de nosotros vino a buscar la muerte. Juro que lo vi en sus ojos, ese hombre vino a buscar la gloria y encontró este final. Los ojos bien abiertos, sorprendidos, comenzaron a llenarse de moscas cuando cayó duro junto a sus compañeros desvanecidos.
Por fin la columna alcanzó la otra orilla. Yo hice lo mismo, con una esperanza ciega de encontrar a aquellos hombres con vida, de no sentirme un asesino. Los soldados revisaron las pertenencias, se peleaban por ellas. Uno se probó la camisa manchada con la sangre final. Otro se guardó un anillo de oro, otro tomó una medalla del Jesús Redentor, las botas eran reñidas por dos soldados tupizeños. Cuando llegué, los tres cadáveres ya estaban casi desnudos. Yo tomé un cuchillo que reposaba cerca de su bota. 
Tirado junto a la mano derecha de un combatiente, una fotografía. Limpié la sangre que la cubría. Una mujer hermosa abrazaba al hombre, dos niños sonreían con una belleza parecida a la felicidad. Digo, a ese momento de la vida en que ella nos golpea la puerta y nos invita franca a su morada. Aquel hombre había conocido la felicidad que yo anhelaba buscar con la revolución. Con este grupo armado quería buscar algo que nos pertenecía a todos. 
Aquel hombre partía desde la felicidad, tenía una familia, una mujer que aguardaba su regreso. Dos niños que veían cada mañana inútilmente el retorno de su padre. Una mujer se recostaba sobre una almohada cálida pronunciando su nombre. 
Yo contemplaba la fotografía. Una lágrima quiso lacerarme. Una mujer lo soñaba y yo le había quitado la vida. Yo, que no era soñado por nadie, que nadie me esperaba en un sueño, sin mujer que aguardara por las noches mi regreso. Ningún tejido del insomnio era empuñado por una mujer. Al menos por la que yo amo. 
Con estos mismos dedos, con los que una vez dibujé los labios de aquella mujer dormida. Con este mismo índice que recorría sus lunares, que los contaba, que surcaba su espalda rosada y pura. Con esta mano que le escribió los versos más nutridos del amor, con esta misma mano pude detener la vida. Con la mano de dar amor, di también la muerte. Cruzó un rayo negro sobre mi frente. Quise volverme María a tus brazos, a tu sonrisa tierna. Quise tirar el fusil, abandonarlo, correr a tu lado. Te imaginaba, tú chica de bien, sin coincidir conmigo en la revolución, juzgándome, enjuiciándome por asesinar a un ser humano, por darle muerte. Enojada, explicándome una y mil veces que la violencia no soluciona nada. Y yo sollozando por tu encono. 
Me había descubierto, sobre el río Tupiza, como un desdeñable asesino. El bautismo de fuego me había dado un nuevo espíritu. Quise hacerme fuerte. 
- Volvamos al camino - dijo Ceferino, nos aguardan en la vertiente.
Yo dejé a los hombres tirados, me persigné tres veces. Te imaginaba diciéndome que Dios no justifica ninguna muerte, que soy una contradicción andante. Estrujé fuerte mi fusil y seguí la columna. Intenté dejarte en aquel costado del río. Fue inútil. Volvería a descubrirte como una pesada mochila sobre mis espaldas algunas leguas más adelante.
Ya no era el mismo, el fuego me había devorado el alma. La revolución murió en el horizonte de mi vida. De manera egoísta apareciste tú y quise dejarlo todo por correr a tus brazos. Preso de mi libertad, de elegir este camino seguí andando bajo el grillete del orgullo. No sabía que matar tenía este agrio sabor a justicia. El sol rompía con sus olas de fuego mi cuerpo débil y tu recuerdo ardientemente vivo me incendiaba en las manos de asesino, tú cada vez más lejos y a mí me dañaba el oscuro olor a muerte que tiene la libertad en este continente, que solía ser un paraíso.

Alejandro Marcelo Corona en http://servicioskoinonia.org/

jueves, 4 de diciembre de 2014

La moral cristiana no condena al cuerpo

Sé que algunos cristianos confundidos han hablado como si el cristianismo pensara que el sexo, o el cuerpo, o el placer fueran malos en sí mismo. Pero se equivocaban. El cristianismo es casi la única de las grandes religiones que aprueba el cuerpo totalmente, que cree que la materia es buena, que Dios mismo tomó una vez un cuerpo humano, que recibiremos alguna especie de cuerpo en el cielo y que éste será una parte esencial de nuestra felicidad, de nuestra belleza y nuestra energía. El cristianismo ha glorificado el matrimonio más que ninguna otra religión, y casi toda la mejor poesía de amor del mundo ha sido escrita por cristianos.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

La ignorancia de la maldad en la maldad

Cuando un hombre se hace peor, comprende cada vez menos su maldad. Un hombre moderadamente malo sabe que no es muy bueno: un hombre totalmente malo piensa que está bastante bien. Esto, después de todo, es de sentido común. Esto, después de todo, es de sentido común. Comprendemos el sueño cuando estamos despiertos, no mientras dormimos. Podemos ver errores en aritmética cuando la mente no funciona correctamente; cuando los estamos cometiendo no podemos verlos. Podemos comprender la naturaleza de la borrachera cuando estamos sobrios, no cuando estamos borrachos. La buena gente conoce lo que es el bien y lo que el mal; la maña gente no conoce ninguno de los dos.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

La moral cristiana es transformadora del núcleo de la persona

La gente a menudo piensa en la moral cristiana como una especial de trato en el que Dios dice: "Si guardáis una serie de reglas os recompensaré, y si no lo guardáis haré lo contrario". Yo no creo que ésta sea la mejor manera de considerarla.

Preferiría con mucho decir que cada vez que hacéis una elección estáis transformando en el núcleo central de lo que sois en algo ligeramente diferente de lo que erais antes. Y considerando vuestra vida como un todo, con todas sus innumerables elecciones, a lo largo de toda ella estáis trasformando este núcleo central en una criatura celestial o en una criatura infernal: en una criatura que está en armonía con Dios, con las demás criaturas y con sí misma, o en una que está en un estado de guerra con Dios, con sus congéneres y con ella misma. Ser la primera clase de criatura es el cielo: es alegría, y paz, y conocimiento y poder. Ser la otra clase de criatura significa locura, el horror, la imbecilidad, la rabia, la impotencia y la soledad eterna. Cada uno de nosotros, en cada momento, progresa hacia un estado o hacia otro.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Actos externos y elecciones morales. Diferencias.

El material psicológico malo no es un pecado sino una enfermedad. No necesita del arrepentimiento sino de la curación. Y por cierto, esto es muy importante. Los seres humanos se juzgan unos a otros por sus actos externos. Dios los juzga por sus elecciones morales. Cuando un neurótico que tiene un terror patológico de los gatos se obliga a sí mismo a coger un gato por una buena razón, es bastante posible que a los ojos de Dios haya demostrado tener más coraje que un hombre sano que gane las olimpiadas. Cuando un hombre que ha sido pervertido desde su juventud y al que se le ha enseñado que la crueldad es lo natural hace una buena acción, por pequeña que sea, o se abstiene de algún acto de crueldad que podría haber cometido, arriesgándose por tanto a las burlas de sus compañeros, es posible que a los ojos de Dios esté haciendo más que vosotros o yo si renunciásemos a la vida misma por un amigo.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Renuncia no cristiana

Una de las particularidades de un cierto tipo de mala persona es que no puede renunciar a una cosa por sí solo sin querer que todos los demás renuncien también a ella. Ése no es el comportamiento cristiano. Un cristiano puede creer conveniente renunciar a toda clase de cosas por razones especiales: el matrimonio, la carne, la cerveza o el cine, pero en el momento en que empieza a decir que esas cosas son malas en sí, o a mirar con desprecio a otras personas que las practican, ha escogido el camino equivocado.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Virtudes teologales y cardinales

Hay siete virtudes. Cuatro de ellas se llaman cardinales, y las tres restantes se llaman teologales. Las virtudes cardinales son aquellas que reconoce toda la gente civilizada; las teologales son aquellas que, principalmente, solo conocen los cristianos [fe, caridad y esperanza] (...). (La palabra "cardinales" no tiene nada que ver con los "Cardenales" de la Iglesia Católica. Proviene de una palabra griega que significa "el gozne de una puerta". Se llamaron virtudes cardinales porque cumples, por así decirlo, la función de un eje o pivote). Éstas son: prudencia, templanza, justicia y fortaleza.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Necesidad de hombres nuevos

"Sin hombres buenos no es posible una sociedad buena".
C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Las partes de la moral

Resulta muy equívoco llamar ideal a la perfección moral. Cuando un hombre dice que una cierta mujer, o casa, o barco o jardín es su ideal, no quiere decir, a menos que sea un idiota, que todos los demás deberían tener el mismo ideal. En esos temas tenemos derecho a tener gustos diferentes y, por tanto, ideales diferentes. Pero es peligroso describir a un hombre que intenta con todas sus fuerzas guardar la ley moral como alguien que tiene "altos ideales", porque podría llevarnos a pensar que la perfección moral es un gusto privado de ese hombre y que el resto de nosotros no estamos llamados a compartirla. Esto sería un error desastroso. Puede que el comportamiento perfecto sea tan difícil de alcanzar como el perfecto cambio de marchas cuando conducimos un automóvil, pero es un ideal necesario que se le recomienda a todos los hombres por la naturaleza misma de la máquina humana, del mismo modo que el cambio de marchas perfecto es un ideal recomendado a todos los conductores por la naturaleza misma de los coches. Y sería aún más peligroso pensar en uno mismo como una persona de "altos ideales" porque uno intenta no mentir en absoluto (en vez de decir solo unas pocas mentiras), o nunca cometer adulterio (en vez de cometerlo muy de vez en cuando), o no ser un fanfarrón (en vez de serlo moderadamente). Esto podría llevarnos a convertirnos en vanidosos y a pensar que somos personas bastantes especiales que merecen ser felicitadas por su "idealismo". En realidad, sería lo mismo que esperásemos ser felicitados porque, cada vez que hacemos una cuenta, intentamos que nos salga bien. Sin duda la perfección aritmética es un "ideal"; es verdad que cometeremos algún error en ciertos cálculos. Pero no hay nada de extraordinario en intentar ser exactos en todos los pasos de todas las cuentas. Sería una estupidez no intervalo, ya que cualquier error nos causará problemas más adelante. Del mismo modo, todo fracaso moral nos causará problemas, seguramente a los demás y ciertamente a nosotros mismos. Al hablar de reglas y obediencia en vez de "ideales" e "idealismo" nos ayudamos a nosotros mismos a recordar estos hechos.

Y ahora vayamos un paso más adelante. Hay dos maneras en las que la máquina humana se estropea. Una de ellas ocurre cuando los individuos se apartan unos de otros, o chocan entre sí causando daño, engañándose o agrediéndose. La otra tiene lugar cuando las cosas se estropean dentro del individuo... cuando las diferentes partes que lo componen (sus diferentes facultades, deseos, etc.), se separan entre sí o interfieren unas con otras. Podéis haceros una idea bastante clara sin pensáis en otros como una flota de barcos navegando en perfecta formación. El viaje será un éxito solo si, en primer lugar, los barcos no chocan unos con otros o se cruzan en sus trayectorias y si, en segundo lugar, cada barco está en buen estado y sus máquinas funcionan como deben. De hecho, no es posible tener una de estas cosas sin la otra. Si los barcos no hacen más que colisionar no podrán seguir navegando por mucho tiempo. Por otro lado, si sus timones están estropeados no podrán evitar la colisión. O, si preferís, pensad en la humanidad como en una orquesta que toca una melodía. Para obtener un buen resultado son necesarias dos cosas. El instrumento individual de cada miembro de la orquesta debe estar afinado, y cada uno de ellos debe entrar en el momento indicado para combinar con los demás.

Pero hay una cosa que aun no hemos considerado. No hemos preguntado adonde se dirige la flota, o qué pieza de música está intentando tocar la orquesta. Puede que todos los instrumentos estén afinados y que todos entren a tocar en el momento indicado, pero así y todo la actuación podría no ser un éxito si la orquesta hubiera sido contratada para tocar música bailable y en realidad no tocara otra cosa que marchas fúnebres. Y por bien que navegase la flota, su viaje podría resultar un fracaso si su destino final fuese Nueva York y llegase en cambio a Calcuta.

La moral, pues, parece ocuparse de tres cosas. La primera, de la justicia y la armonía entre los individuos. La segunda, de lo que podríamos llamar ordenar o armonizar lo que acontece en el interior de cada individuo. Y la tercera, del fin general de la vida humana como un todo, aquello para lo que el hombre ha sido creado; el rumbo que debería seguir toda la flota; la canción que el director de la orquesta quiere que ésta toque.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

martes, 2 de diciembre de 2014

La violencia

La violencia es lo que aparece cuando se acaban los argumentos.
Joaquín Fernández

Dios no nos ama por ser buenos

Dios no nos ama porque seamos buenos, sino que Dios nos hará buenos porque nos ama, del mismo modo que el tejado de un invernadero no atrae el sol porque es brillante, sino que se vuelve brillante porque el sol brilla sobre él.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Jesús NO es solo un maestro moral

Un hombre que fue meramente un hombre y que dijo las cosas que dijo Jesús no sería un gran maestro moral. Sería un lunático (en el mismo nivel del hombre que dice ser un huevo escalfado) o si no sería el mismísimo demonio. Tenéis que escoger. O ese hombre era, y es, el Hijo de Dios, o era un loco o algo mucho peor. Podéis hacerle callar por necio, podes escupirle y matarle como si fuese un demonio, o podéis caer a sus pies y llamarlo a Dios y Señor. Pero no salgamos ahora con insensateces paternalistas acerca de que fue un gran maestro moral. Él no nos dejó abierta esa posibilidad. No quiso hacerlo.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

La maldad

La maldad, cuando se le examina, resulta ser la persecución de algún bien de una manera equivocada.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Idea de justicia para la idea de Dios

Mi argumento en contra de Dios era que el universo parecía tan injusto y cruel. ¿Pero cómo había yo adquirido esta idea de lo que era justo y lo que era injusto? Un hombre no dice que una línea está torcida a menos que tenga una idea de lo que es una línea recta. ¿Con qué estaba yo comparando este universo cuando lo llamaba injusto? Si todo el tinglado era malo y sin sentido de la A a la Z, por así decirlo, ¿por qué yo, que supuestamente formaba parte de ese tinglado, me encontraba reaccionando tan violentamente en su contra? Un hombre se siente mojado cuando cae el agua porque el hombre no es un animar acuático: un pez no se sentiría mojado. Por supuesto que yo podía haber renunciado a mi idea de la justicia diciendo que ésta no era más que una idea privada mía. Pero si lo hacía, mi argumento en contra de Dios se derrumbaba tambien..., ya que el argumento dependía de decir que el mundo era realmente injusto, y no simplemente que no satisfacía mis fantasías privadas. Así, en el acto mismo de intentar demostrar que Dios no existía -en otras palabras, que toda la realidad carecía de sentido - descubrí que me veía forzado a asumir que una parte de la realidad (específicamente mi idea de la justicia) estaba llena de sentido. En consecuencia, el ateísmo resulta ser demasiado simple. Si todo el universo carece de significado, jamás nos habríamos dado cuenta de que carece de significado, del mismo modo que, si no hubiera luz en el universo, y por tanto ninguna criatura tuviera ojos, jamás habríamos sabido que el universo estaba a oscuras. La palabra oscuridad no tendría significado.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Verdadero Progreso

Progreso significa acercarse más al lugar donde se quiere estar. Y si os habéis desviado del camino, avanzar hacia adelante no os acercará más a él. Si estáis en el camino equivocado, el progreso significa dar un giro ciento ochenta grados y volver al camino correcto, y en este caso, el hombre que se vuelve antes es el hombre más progresista.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

Pistas para una moral natural

Sé que algunos dicen que la idea de la ley de la naturaleza o del comportamiento decente conocida por todos los hombres no se sostiene, dado que las diferentes civilizaciones y épocas han tenido pautas morales diferentes. Pero esto no es verdad. Ha habido diferencias entre sus pautas morales, pero éstas no han llegado a ser tantas que constituyan una diferencia toda. Si alguien se toma el trabajo de comparar las enseñanzas morales de, digamos, los antiguos egipcios, babilonios, hindúes, chinos, griegos o romanos; lo que realmente le llamará la atención es lo parecidas que son entre sí y a las nuestras.

(...)

Piénsese en un paús en el que la gente fuese admirada por huir en batalla, o en el que un hombre se sintiera orgulloso de traicionar a toda la gente que ha sido mas bondadosa con él. Lo mismo daría imaginar un país en el que dos y dos sumaran cinco. Los hombre han disentido en cuanto a sobre quiénes ha de recaer nuestra generosidad - la propia familia, o los compatriotas, o todo el mundo-. Pero siempre ha estado de acuerdo en que no debería ser uno el primero. El egoísmo nunca ha sido admirado. Los hombres han disentido sobre si deberían una o varias esposas. Pero siempre han estado de acuerdo en que no se debe tomar a cualquier mujer que se desee.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Guerras calladas

Hoy (17 de octubre) es el Día contra la pobreza.
La pobreza no estalla como las bombas, ni suena como los tiros.
De los pobres, sabemos todo: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
Solo nos falta por qué los pobres son pobres.
¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

Hombre de color

"Querido hermano blanco:
Cuando yo nací, era negro.
Cuando crecí, era negro.
Cuando me da el sol, soy negro.
Cuando estoy enfermo, soy negro.
Cuando muera, seré negro.
Y mientras tanto, tú:
Cuando naciste, eres rosado.
Cuando creciste. fuiste blanco-
Cuando te da el sol, eres rojo.
Cuando sientes frío, eres azul.
Cuando sientes miedo, eres verde.
Cuando estás enfermo, eres amarillo.
Cuando mueras, serás gris.
Entonces, ¿cuál de nosotros dos es un hombre de color?"

De Léopold Senghor, poeta de Senegal.

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

Ejemplo de los patos

Tecnología del vuelo compartido: el primer pato que levanta vuelo abre paso al segundo, que despeja el camino al tercero, y la energía del tercero alza al cuarto, que ayuda al quinto, y el impulso del quinto empuja al sector, que presta viento al séptimo.
Cuando se cansa, el pato que hace punta baja a la cola de la bandada y deja su lugar a otro, que sube al vértice de esa V que los patos dibujan en el aire.
Todos se van turnando, atrás y adelante; y ninguno se cree superpato por volar adelante, ni subpato por marchar atrás.

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

Un punto de vista

Todo punto de vista, es la vista de un punto.

Leonardo Boff en El águila y la gallina.

Perspectivas de las farmacéuticas

¿Buena salud? ¿Mala salud? Todo depende del punto de vista. Desde el punto de vista de la gran industria farmacéutica, la mala salud es muy saludable.

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

El mundo tal cual es

La segunda guerra mundial fue la que más gente mató en toda la historia de carnicerías humana, pero el conteo de víctimas se quedó corto.
Muchos soldados de las colonias no figuraron en la lista de los muertos. Eran los nativos australianos, hindúes, birmanos, filipinos, argelinos, senegaleses, vietnamitas, y tantos otros negros, marrones y amarillos obligados a morir por las banderas de sus amos.
Cotizaciones: hay vivientes de primera, segunda, tercera y cuarta categoría.
A los muertos les pasa lo mismo.

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

Bebo el agua que me bebe

Carlos y Gudrum Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania.
En el año 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo:
- Venimos a aprender.
Los indígenas callaron.
Al rato, alguno explicó el silencio:
- Es la primera vez que alguien nos dice eso.
Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrum y Carlos, durante años de años.
De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto y al objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, ellos aprendieron a saludar así:
- Yo soy otro tú
- Tú eres otro yo.


Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

El peligro de jugar

En el año 2008, Miguel López Rocha, que estaba brincando en las afueras de la ciudad mexicana de Guadalajara, resbaló y cayó al río Santiago.
Miguel tenía ocho años de edad.
Murió envenenado.
El río contiene arsénico, ácido sulfhídrico, mercurio, cromo, plomo y furanos, arrojados a sus aguas por Avetis, Bayer, Nestlé, IBM, DuPont, Xerox, United Plastics, Celanese y otras empresas, que en sus países tienen prohibidas esas donaciones.
Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

Astutos como serpientes y sencillos como palomas

"Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas".

Mateo 10,16

El placer de ir

En 1887 nació, en Salta, el hombre que fue Salta: Juan Carlos Dávalos, fundador de una dinastía de músicos y poetas.
Según dicen los decires, él fue el primer tripulante de un Ford T, el Ford a bigote, en aquellas comarcas del norte argentino.
Por los caminos venía su Ford T, roncando y humeando.
Lento, venía. Las tortugas se sentaban esperándolo.
Algún vecino se acercó. Preocupado saludo y comentó: Pero don Dávalos--- a este paso, no va a llegar nunca.
Y él aclaró: Yo no viajo por llegar. Viajo por ir. 

Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".

lunes, 13 de octubre de 2014

¡Sé!

Si no puedes ser pino en la punta de una colina,
sé arbusto en el valle,
pero sé el mejor arbusto al margen del regalo.

Sé ramo si no puedes ser árbol,
si no puedes ser ramo, sé un poco de césped
y da alegría a algún camino.

Si no puedes ser laurel, sé tilo,
¡pero el tilo más vivo del lago!

No todos podemos ser capitanes,
tenemos que ser tripulación.

Hay algo para todos nosotros en el mundo.
Hay cosas grandes
y otras más pequeñas que realizar.

Si no puedes ser carretera, sé sendero.
Si no puedes ser sol, sé una estrella.
No es por el tamaño
como se tiene éxito o fracaso.

Pero por encima de todo:
sé lo mejor de lo que fueres.

Anónimo

domingo, 21 de septiembre de 2014

Pensar en los problemas

El sabio piensa en sus problemas cuando tiene algún sentido hacerlo; el resto del tiempo piensa en otras cosas o, si es de noche, no piensa en nada".

Bertrand Russell

Los deseos de nuestra sociedad

Todo el tiempo estamos deseando cosas: más dinero, más objetos. El mundo es puro deseo. Nos meten en la cabeza que no tenemos que envejecer, miles de anuncios nos animan a agrandar los labios, arreglar los pechos, estilar el pene o reafirmar nuestros glúteos. Deseamos y deseamos todo cuanto vemos en los anuncios o en la calle. Cada vez que me conecto a Internet me encuentro con cuatro proposiciones constantes: alargarme el falo, bajar de peso, comprar prostitutas y ganar una fortuna sin trabajar... o aparecen bancos imaginarios donde ganas millones. Ése es el grave problema de esta sociedad: está llena de deseos de consumir y aparentar, pero hay muy pocas ganas de ser.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Lo bueno de la risa

En cierta manera porque al reírnos nos desprendemos de lo que nos duele o tortura. La risa nos crea una distancia con nuestros propios conflictos y libera los nudos. Ayuda momentáneamente. Abre los diques y proporciona la felicidad durante unos instantes. Es tan buena como el estornudo, que es rápido y liberador.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Gratitud

Saber dar las gracias es una señal de salud espiritual.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

El dinero debe circular

El dinero, en la medida en que representa energía, tiene que circular.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Cuando la enseñanza es aplicada

Una enseñanza no se hace operante, no adquiere toda su fuerza transformadora, hasta el momento en que es aplicada.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Tocar el fango

No olvides nunca que la flor de loto surge del cieno. Hay que explorar el fango, tocar la muerte y el barro para subir hacia los cielos límpidos.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

Para volverse sabio

Uno se vuelve sabio solo en la medida en que atraviesa su propia locura.

Alejandro Jodorowsky en "Psicomagia".

La fecha de Semana Santa

La fecha en que se fija la celebración de la Semana Santa depende del cálculo de una fórmula establecida por el emperador romano Constantino el Grande, en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 d.C. Cualquiera puede, en virtud de esa fórmula, conocer con anticipación la fecha de la Pascua de cada año. En primer lugar debemos hallar el equinoccio vernal o primer día de la primavera en una calendario diario que incluya las fases lunares. Acto seguido buscamos a que día le corresponde la primera luna llena después de la entrada de la primavera (normalmente está indicada en una esquina del calendario). La Semana Santa caerá justo el domingo siguiente (hay que tener en cuenta que el principal día de la Semana Santa para los cristianos es el Domingo de Resurrección).

El motivo del porque tiene que ser el domingo siguiente tiene su origen en la Pascua judía, que se celebraba el 14 de Nisán. Con eso conmemoraban la salida de Egipto, y esa era la fiesta que Jesús conmemoraba con sus apóstoles en la Última Cena. El calendario judío era lunar y el 14 de Nisán siempre era la primera luna llena del equinoccio de primavera.

De acuerdo con esta regla, la fecha más tardía posible para Semana Santa sería el domingo 25 de abril (la próxima vez que caiga en esta fecha será en el año 2038). La más temprana es el domingo 22 de marzo (la próxima en 22855). La mayoría de las veces, la Semana Santa, cae durante la primera semana de abril.

Alfred López en "Ya está el listo que  todo lo sabe"

Nota: Para el caso de Chile y zonas paralelas, no es primavera sino que otoño.

Se te calienta la boca

Cuando una persona habla más de la cuenta, discute y su enfado va cada vez a más o suelta muchos insultos seguidos, son ocasiones en las que se utiliza la expresión "se le ha calentado la boca" para referirse a ello.

El origen del dicho lo encontramos en el mundo ecuestre. Cuando un caballo padece deshidratación se le calienta la boca y esto provoca que las riendas que sirven para dar instrucciones, llamadas bocado (porque van colocadas justamente en la boca), se le desajusten y provoque que no haga caso a las órdenes que se le da, acabando desbocado y por lo tanto el jinete pierde todo control sobre el equino.

De ahí que cuando a alguien se le "calienta demasiado la boca" acabe perdiendo el control de lo que dice.

Alfredo López en "Ya está el listo que todo lo sabe".

sábado, 19 de julio de 2014

Amor a sí mismo

Quien se ama mal a sí mismo, ama mal a los demás.
J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La importancia del amor a sí mismo

La acción de gracias no puede brotar en unas persona, sino hay en ella un verdadero y profundo amor a sí misma. La persona que no se quiere, no puede agradecer su existencia. La primera exigencia para desplegar la vida de manera sana es amarse a sí mismo, ser amigo de uno mismo. Ahí puede estar el secreto de un crecimiento sano o, por el contrario, uno de los errores más grave del individuo.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Moral cristiana como invitación a la plenitud

Una de las tareas evangelizadoras más urgentes hoy es, a mi juicio, la de recuperar una visión más positiva de la moral cristiana, percibida por muchos, no como la forma más sana de vivir, sino como un conjunto de leyes y preceptos que impiden vivir la existencia de forma gozosa y liberada. Por decirlo en dos palabras, hay que ayudar a las gentes a descubrir que las cosas no son malas porque Dios las prohibe, sino que están prohibidas porque son malas y no conducen a una sana realización de la existencia. Hay que promover la forma de vida evangélica mostrando prácticamente que es el estilo de vida más acertado y saludable.


J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Ser cristiano es más que creer en Dios

Ser cristiano no es simplemente creer que Dios existe, sino acoger práctica y existencialmente el amor gratuito de Dios, saberse amado en Cristo, tal como soy, antes que cambie y sea mejor.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La experiencia básica del amor

Lo que hoy enferma de raíz la vía de no pocos es, precisamente, la falta de esta experiencia básica [el amor]. No se sienten amados. Les falta estímulos y la fuerza más decisiva para su desarrollo humano. (...)

Ser cristiano no es simplemente creer que Dios existe, sino acoger práctica y existencialmente el amor gratuito de Dios, saberse amado en Cristo, tal como soy, antes que cambie y sea mejor.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La falsa ilusión de pensar la salud como bien de consumo

Fatal ilusión de creer que la salud puede ser producida y conservada como uno de los tantos bienes de consumo de la sociedad moderna. De hecho, una excesiva tecnificación de la medicina puede hacer que las personas descuiden de manera irresponsable su salud. Ivan Illich llega a decir que esta puede ser la "mayor amenaza para la salud del ser humano", ya que las personas terminan abdicando, en buena parte, de su propia responsabilidad, para confiar de manera desproporcionada en la técnica médica.

Lo cierto es que no pocas personas van perdiendo la relación responsable con su propio cuerpo y su salud. Casi sin advertirlo, se va atrofiando su capacidad de escuchar y de interpretar los mensajes de malestar o bienestar que el organismo envía. Por otra parte, se acude rápidamente al médico para "ser curado", sin ahondar de forma más consciente y responsable en las posibles causas de la enfermedad.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La vida como regalo y tarea

Para el creyente, la vida es ante todo regalo y gracia. El gran don recibido gratuitamente del creador. No la hemos decidido nosotros. No es algo que se debe a nuestro esfuerzo o mérito. Aunque nos parece muy normal existir, nuestra vida es un acontecimiento que podía no haber sucedido. Es Dios mismo el que nos ha llamado a vivir y ha hecho que se produzca es hecho único, original e irrepetible.

(...)

Nadie, antes de mí, ha sido igual que yo ni lo será nunca. Nadie verá jamás el mundo con mis ojos. Nadie acariciará con mis manos. Nadie rezará a Dios con mis labios. Nadie amará nunca con mi corazón. Por eso, mi primera vocación es ser yo mismo. Desarrollar las virtualidad que hay en mí. Ser fiel a Dios en mí mismo. Responder al creador desplegando la vida que ha sembrado en mí.

Esto significa que yo soy el primer responsable. Mi vida es solo mía y nadie me puede sustituir. Si yo no la vivo, habrá en el mundo un vacío que nadie podrá llenar. Si yo no amo, siempre faltará ese amor. Si yo no gozo, no crezco, no creo, faltarán para siempre ese gozo, ese crecimiento y esa creatividad.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Jesús como principio de salud

Jesús genera salud tanto en los individuos como en la sociedad. Su presencia e intervención siempre tienen un carácter saludable.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Violencia como fruto de la frustación

Hay un tipo de violencia cuya principal raíz es la frustración. Cuando el individuo se ve frustrado en sus necesidades más hondas y se hunde en el desencanto, el vacío interior o el desengaño, se le hace difícil creer en el amor y la justicia, en la sociedad o en el futuro. Más bien crece en el la rabia, la hostilidad y el odio a la vida.

Lo que se desea demostrar es que la vida es mala, que los hombres son malos, que uno mismo es malo.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

"Comprar" como sentido de vida

El comprar se ha convertido para no pocos en uno de los actos más importantes de su vida. Comprar algo, lo que sea. El individuo entonces empieza a depender cada vez más de las cosas. Hay que estar al día, llevar lo último, poseer el modelo recién salido al mercado. La persona termina viviendo solo para consumir cosas, vestidos, coches, bebidas, libros, conferencias, revistas, paisajes, televisión, cultura, religión. Todo está ahí para ser consumido. El individuo no sabe ya relacionarse de manera sana con las cosas.
J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Vacío existencial

Cuando una persona no encuentra sentido a su vida, se siente como vacía y perdida. La vida no es ya regalo ni estímulo. El individuo deja de vivir como un "yo personal" para reducirse a un "sistema de deseos y satisfacciones" que funciona mejor o peor. La persona vive entonces desde estímulos externos.

J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

viernes, 18 de julio de 2014

La acogida

Cuando acogemos a una persona, la estamos liberando del peso de la soledad.

J.A. Pagola

La importancia de acoger

Cuando acogemos a una persona, la estamos liberando del peso de la soledad, la estamos acompañando, y, en esa misma medida, le estamos infundiendo fuerzas para vivir. Por muy difícil que sea su situación y por muy hundida que se encuentre, si esa persona descubre que no está sola, que hay alguien a quien pueda acudir, podrá nacer de nuevo la esperanza en su corazón. La mutua acogida, el compartir de manera positiva las dificultades de la existencia, genera esperanza. Esta es la consigna cristiana: "Acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios" (Rom 15,7). Donde está ausente la acogida, se puede destruir la vida. Lo decía el mismo San Pablo: "Cuidado, que si os seguís mordiendo y devorando unos a otros, os vais a destrozar mutuamente" (Gál 5,15).

Es una gran tarea hoy ofrecer acogida y refugio a tantas personas desconcertadas, indefensas o desvalidas. La esperanza es más fácil donde se promueve una cultura de la mutua acogida. Si sabemos estar junto a la persona que sufre y compartir sus preocupaciones, si esa persona sabe que, al menos, junto a nosotros puede estar segura y manifestarse como es, si sabe que la aceptamos, en ella puede despertarse lentamente la esperanza, puede crecer la confianza en la vida, puede abrirse un camino hacia el Dios de la esperanza. La acogida facilita la esperanza, ayuda a abrir el horizonte, elimina obstáculos, abre salidas a situaciones desesperanzadas.

J. A. Pagola en Es Bueno Creer.

Ser signo de esperanza

Cada uno podemos ser un pequeño signo, una pequeña prueba de ese Dios de la esperanza.

Jose Antonio Pagola.

Quien ama la libertad

Cuando se espera y se ama la liberación "empiezan a doler las cadenas"
J. Moltmann

Critica a la absolutización del presente

Quien ama y espera el futuro de Cristo no puede "conformarse" con la realidad tal como es hoy. El mundo se le hace inaguantable a quien espera "los nuevos cielos y la nueva tierra en lo que habitará la justicia" (2Pe 3,13). La esperanza introduce contradicción con la realidad presente; genera protesta; nos despierta de la apatía y de la indiferencia propias del hombre contemporáneo; nos desinstala. Cuando se espera y se ama la liberación "empiezan a doler las cadenas" (J. Moltmann). No estamos en el mejor de los mundos. La esperanza cristiana destruye "los gérmenes de resignación" de los satisfechos. "Esta esperanza transforma a la comunidad cristiana en una constante inquietud dentro de aquellas sociedades humanas que quisieran estabilizarse, convirtiéndose en la "ciudad permanente". Transforma a la comunidad cristiana en fuente de impulsos nuevos que incitan a realizar aquí el derecho, la libertad y la humanidad, a la luz del futuro anunciado que debe venir.

J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Esperanza inconformista

El que espera "la nueva creación" no puede conformarse jamás con el mundo tal como está. Precisamente porque cree y espera en un mundo mejor, al cristiano se le hace intolerable este mundo configurado por el egoísmo, los abusos, la corrupción, la injusticia y la mentira. Nunca se podrá habituara a la injusticias, a la fatalidad de la muerte, a la mediocridad inevitable del ser humano. Estar en paz con el Dios de la esperanza es estar en discordia con este mundo. Por eso, como dice J. Moltmann, "para la esperanza, Cristo no es solo consuelo en el sufrimiento, sino tambien la protesta de la promesa de Dios contra el sufrimiento". La esperanza, cuando es verdadera, no aquieta, sino que inquieta; no deja descansar. No aplaca el "corazón inquieto" del hombre, sino que ella misma es el "corazón inquieto" dentro del ser humano. Mantiene el hombre disconforme mientras no se cumulan totalmente las promesas de Dios.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Esperanza en tensión al futuro

El que vive animado por la esperanza cristiana pone su mirada en el futuro. No se detiene sólo por el presente; no vive encadenado al pasado; mira siempre hacia adelante. La esperanza introduce siempre perspectiva de futuro.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Hombre light

Cuando falta la esperanza, la vida se va vaciando de verdadero contenido humano. Según prestigiosos psiquiatras, está creciendo entre nosotros un tipo de hombre "rebajado" de su contenido humano. Un hombre light. Como esos productos modernos, ligeros de calorías y atenuados en su fuerza natural: café descafeinado, leche descremada, tabaco sin nicotina. Un hombre interesado por muchas cosas, pero sólo de manera epidérmica. Muy atento a todo lo pragmático, pero con poco hondura. Un ser trivial y ligero, cargado por la vida, sin criterios  básicos de conducta. Al sexo se le llama amor, al placer felicidad; a los programas televisivos, cultura.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Cristianismo y esperanza

Desde una perspectiva cristiana, se puede decir que creer en Jesucristo es descubrir la esperanza última que anima la existencia humana. Por eso, si un cristiano pierde la esperanza, lo ha perdido todo. Sin la esperanza, la fe cristiana se va vaciando de vida. El cristianismo decae y pierde vigor. Solo la esperanza moviliza la fe y anima desde dentro la vida cristiana.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Consecuencias del sufrimiento inútil

Las personas que sufren inútilmente, hacen sufrir. Los resentidos crean en su entorno resentimiento. Los que viven en conflicto, siembran conflictividad. Los que no se aceptan con paz en sí mismos, difícilmente aceptan a los demás. Los que están descontentos de sí mi mismos, crean descontento y malestar.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

jueves, 17 de julio de 2014

La verdadera cruz que Jesús nos invita a llevar

La cruz no es sino el sufrimiento que se producirá en la vida del discípulo como consecuencia de ese seguimiento, el destino doloroso que habrá de compartir con Cristo si sigue realmente sus pasos: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8,34). La cruz brota de la vida del cristiano como consecuencia de ese seguimiento  fiel a Cristo.

Esta sencilla y elemental observación es de suma importancia. Hoy se llama fácilmente cruz a cualquier cosa que hace sufrir, incluso a los sufrimientos que aparecen en nuestra vida generados por nuestro propio pecado o nuestra manera equivocada de vivir. En realidad, no hemos de confundir la cruz con cualquier desgracia, contrariedad o malestar que encontramos en la vida. D. Bonhoffer lo recuerda de manera clara y precisa: "La cruz no es el mal y el destino penoso, sino el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente de hecho de estar vinculados a Jesús". La cruz es un sentimiento vinculado no a la exigencia natural, sino al hecho de ser cristianos.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Inexactas comprensiones sobre la cruz de Jesús

Estamos habituados a considerar la crucifixión de Jesús como algo desconectado de su contexto histórico y de las causas concretas que la provocaron. La cruz aparece, con frecuencia, como una especia de negociación que se ha dado entre Jesús y el Padre para salvar la humanidad. La crucifixión de Jesús sería el resultado de un acuerdo entre el Padre, justamente ofendido, que exige una reparación, y el Hijo encarnado que entrega su vida de valor infinito en nuestro nombre por nuestra salvación.

A lo largo de los siglos se han ido desarrollando diversas teorías soteriológicas que interpretan la cruz de Jesucristo entendiéndola como rito apaciguador, precio de un rescate, víctima de expiación, sacrificio de inmolación, satisfacción de carácter jurídico-penal o moral, etc. Aunque el contenido de estas teorías puede ser explicado adecuadamente, su divulgación poco correcta ha contribuido a considerar falsamente la cruz como un sufrimiento que Dios reclama y exige antes de perdonar a los hombres.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

¿El sufrimiento enviado por Dios?

No hay motivos teológicos para concebir a Dios interviniendo de manera directa en nuestras vidas para repartir aquí o allá determinados sufrimientos como castigo, purificación o prueba de las personas.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La felicidad fuera de uno mismo

No hemos de olvidar lo que decíamos del engaño que supone poner la felicidad fuera de uno mismo. Cuando, para ser feliz, necesito de la aprobación y el aplauso de otros, de su amistad o de su amor, de su presencia y acogida, mi felicidad queda en manos de esas personas. Les doy poder sobre mí. Si me responden como yo deseo, me sentiré feliz: si no es así, me veré desgraciado. A la larga, quien espera que los otros le hagan feliz termina siendo un desdichado.

José Antonio Pagola  (1996) en Es Bueno Creer.

La felicidad en las cosas

Cuando yo no pongo mi felicidad en esas cosas, les estoy dando un poder sobre mí, les estoy dando un poder sobre mí, les estoy entregando "la llave" de mi felicidad, hago depender mi felicidad no de mí, sino de algo exterior a mí. En realidad, yo me voy vaciando de libertad y de vida. La fuente de mi felicidad no está ya en mi mismo, la desplazo fuera de mí y la pongo en esas cosas a las que entrego "la llave" de mi dicha. Pero, ¿en sensato hacer depender la felicidad de algo que no está en mí?.

José Antonio Pagola  (1996) en Es Bueno Creer.

La búsqueda de felicidad en lugares equivocados

El problema está en que no buscamos la verdadera felicidad, o la buscamos por caminos equivocados. Queremos que cambie el entorno que nos rodea, que mejore la situación, que las personas nos traten bien, que nos sucedan cosas buenas. En el fondo, buscamos que la vida se vaya adaptando a lo que nosotros deseamos. Nos parece que entonces tal vez seremos felices. Queremos ser dichosos, pero contando con el amor o la amistad de tal o cual persona, asegurando el logro de tal éxito, consiguiendo un determinado nivel de vida. Entonces esperamos que la suerte o el destino nos sean  propicios, que las cosas nos vayan bien y podamos así ser felices.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

Bienaventuranzas y felicidad

Si se analiza la estructura de las bienaventuranzas, se observa que la felicidad de la que ahí se habla, no está producida por los esfuerzos que hacen los pobres, los que lloran, los no violentos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz. No son ellos los que generan la felicidad. La dicha "acontece" en estas personas porque le tienen a Dios como rey y señor de sus vidas. Se les proclama felices porque reciben su consuelo, son saciados por él, gozan de su misericordia y su ternura, son sus hijos. La felicidad proviene de Dios.

Lo que tienen que hacer estas personas a las que Jesús se dirige, es tomar conciencia de esa felicidad. Descubrir cómo esa actitud concreta de pobreza, de amor misericordioso, de hambre de justicia, de limpieza de corazón, les está abriendo la posibilidad de experimentar la verdadera felicidad que siempre es regalo de Dios.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

El mayor pecado: no disfrutar de la vida

Tal vez, la felicidad no se pueda conseguir porque ya la "tenemos", aunque no acertamos a experimentarla. Quizás la felicidad está ahí, en nosotros, en la vida misma, pero yo no me entero. Tal vez, en el fondo de la vida hay una felicidad real, desconocida, insospechada, que a mí se me está escapando porque ando ocupado en otras cosas que me parecen más importantes, pero que no me dejan disfrutar de verdadera felicidad. Mi mayor pecado puede ser que estoy disfrutando poco de la vida.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

Fe cristiana y felicidad

A los cristianos se nos olvida a veces que ele evangelio es una respuesta a ese anhelo profundo de felicidad que habita nuestro corazón. No acertamos a ver en Cristo a alguien que promete felicidad y conduce hacia ella. No terminamos de creernos que las bienaventuranzas, antes que exigencia moral, son anuncio de felicidad. En la historia del cristianismo se ha ido abriendo una distancia grande entre la felicidad concreta y actual de las personas y la salvación eterna. Se tiende a pensar que la fe es algo que tiene que ver exclusivamente con una salvación futura y lejana, pero no con la felicidad concreta de cada día, que es la que ahora mismo nos interesa.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

lunes, 9 de junio de 2014

La fe nace de un encuentro

La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida.

Papa Francisco

El encuentro con Jesús

El seguimiento de Jesús no se trata de seguir una idea, un proyecto, sino de encontrarlo como una Persona viva, de dejarse implicar totalmente por él y por su Evangelio

Benedicto XVI

domingo, 8 de junio de 2014

El cristianismo como sentido de vida

¿Quién me puede enseñar a mí a vivir de manera sana: los filósofos, los psiquiatras, los políticos?, ¿dónde puedo aprender a vivir: en los libros, en la televisión, en la calle?

¿Quién me puede revelar el secreto de la vida o la meta que ha de orientar mis pasos?, ¿quién me puede enseñar cómo he de actuar y qué tengo que hacer para vivir con acierto?, ¿quién me dará a conocer dónde puedo yo fundamentar mi existencia?, ¿qué puedo, en definitiva, esperar de la vida?,  ¿en qué me puedo apoyar ante el mal, la vejez, o la muerte?

La experiencia del cristiano consiste en ir descubriendo la verdad que encierran las palabras de Cristo "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14,6). Sin Cristo, la vida se me haría oscura y enigmática, más difícil y dura, más cerrada e impenetrable, más vacía de esperanza. En el fondo, la vida se me volvería más desdichada.

Estoy convencido de que una persona está a punto de tomar en serio a Jesucristo cuidando intuye que en Él puede encontrar precisamente "lo que más falta le hace" para ser feliz con una felicidad más real y verdadera.

José Antonio Pagola en La fe, ¿obstáculo o fuente de felicidad?.

Pobres o empobrecidos

Los pobres no existen, lo que existen son los empobrecidos.

Leonardo Boff

El Diablo como serpiente, la serpiente como astucia.

La primera apariencia que Satanás cobró en sus encarnaciones terrestres fue la de la Serpiente.

Según el Génesis la serpiente era "el más astuto de todos los animales". Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez las razones de esa astucia - que es sagacidad y cálculo, o sea inteligencia - de la serpiente?. La serpiente es el más astuto de los animales porque es tambien el más mísero, el más desdichado. El Creador se mostró con él avaro hasta la crueldad. No tiene alas con que volar, no tiene aletas ni plumas, no tiene piernas, ni brazos, ni manos. De ahí que debe forzosamente concentrar en la cabeza toda su capacidad de ataque y de defensa: concentrarla en el ceno de sus dientes, en la inteligencia de su cerebro aplastado.

Toda miseria tiene su compensación. La Serpiente debe arrastrar el cuerpo en el polvo y el fango de la tierra; pero es, sin embargo, el único animal que puede hacer de sí mismo un círculo, cerrar y ceñir la superficie del mundo de un límite, como hace precisamente la inteligencia.

Giovanni Papini en  El Diablo.

¿Cómo abordar el tema del demonio?

El Diablo es aún poco conocido. Ese ser infame, y sin embargo famoso, invisible, y sin embargo omnipresente, una veces negado y otras adorado, unas veces temido y otras vilipendiado, que tuvo sus cantores y sus sacerdotes, sus cortesanos y sus mártires, sigue siendo más popular que comprendido, más representado que desentrañado. Es preciso mirarlo con ojos nuevos, acercarse a él con espíritu nuevo. No con el servilismo del mago que quiere sacarle provecho, ni con el terror del devoto que quiere defenderse contra él, sino con los ojos y con el espíritu del cristiano que quiere ser cristiano hasta las últimas consecuencias, tambien las más temerarias, del Cristianismo.

Se llama, en hebreo, Satan. Es decir, el Adversario, el Enemigo. Se llaman, a la manera griega, el Diablo, es decir, el Acusador, el Calumniador.

Giovanni Papini en El Diablo.

3 revoluciones culturales

Como consecuencia de la revolución copernicana en las matemáticas y en la astronomía, el hombre ya no podía considerar su morrada terrena como el centro del universo: ésta fue a una revolución cosmológica. Después de Darwin, el hombre ya no podía considerar que no tenía parentesco con los animales irracionales: ésta fue una revolución biológica. Freud dejó al descubierto el inconsciente del hombre y puso de manifiesto sus poderosos impulsos irracionales, eliminando así la ilusión del autodominio. Ésta fue a una revolución psicológica.

Donald de Marco en Arquitectos de  la cultura de la muerte.

El ser y el reconocimiento

El ser precede al reconocimiento; la bondad precede al amor.

Donald de Marco en Arquitectos de la cultura de la muerte.

¿Los buenos estudiantes o las buenas notas?

Sócrates empleó toda su paciencia para convencer a Eutipro, un arrogante teólogo, de que las cosas no son buenas porque los dioses las amen; es más bien que los dioses aman las cosas porque son buenas. No se trata, podríamos decir en nuestros días, de que sean las buenas notas las que hacen bueno al estudiante, sino que son los buenos estudiantes los que se sacan buenas notas. El ser precede al reconocimiento; la bondad precede al amor.

Donald de Marco en Arquitectos de la cultura de la muerte.

La crítica de Marx a la religión

Cuando Marx despreciaba la religión, calificándola como "el opio del pueblo", el "halo de la maldición", "el suspiro de la criatura oprimida", "el corazón de un mundo sin corazón", estaba criticando no la auténtica práctica de la religión, sino su cáscara. Marx reaccionó, por utilizar la distinción de Maritain, frente al "mundo cristiano", no frente al "cristianismo". Es decir, creyó que la caricatura era el arquetipo, que la burla era el modelo. Por su parte, lo generoso hubiese sido decir: "Resulta lamentable que la gente, en ocasiones, haga un mal uso de la religión utilizándola como una droga para embotar su sensibilidad moral e intelectual". De ese modo, habría reflejado una comprensión de la diferencia entre las práctica torcida y la práctica auténtica de la religión. Sin embargo, la rechazó porque confundió la religión verdadera con la falsificación de la misma.

Donald de Marco en Arquitectos de la cultura de la muerte.

La creación esencialmente buena

Para el judaísmo y el cristianismo, la creación es esencialmente buena, y el mal es una privación o carencia de bien. El bien y el ser son idénticos, como argumenta Santo Tomás de Aquino. Sobre esta forma de entender la naturaleza puede florecer una cultura de la vida. Pero cuando se invierte esta metafísica, cuando el mal y ser se consideran sinónimos, resulta evidente que el futuro será una cultura de la muerte.

Donald de Marco en Arquitectos de la cultura de la muerte.

Fórmula ADE

Fórmula ADE:
Amor en todo lo que hace.
Disciplina desde la autonomía.
Estilo propio que se impronta en nuestras creaciones.

Joaquín Fernández

Exigencias de la Filosofía

Además, la filosofía exige valor, porque no sabemos qué es lo que hay al otro lado de la puerta hasta que la abrimos. Necesitamos valor para enfrentarnos a lo desconocido. La filosofía también nos exige franqueza, para que podamos dar cuenta de lo que vemos tal y como es, sin embellecerlo ni empequeñecerlo.

Donald de Marco en Arquitectos de la la cultura de la muerte.

Comprender y amar

"Comprender es disponerse a amar".
Giovanni Pappini en "El Diablo"

lunes, 24 de marzo de 2014

Resurrección (Floristán & Tamayo)

Comparado con las numerosas doctrinas de resurrección, que caracterizaban a las antiguas religiones de Oriente Próximo (Osiris en Egipto, Tamuz en Babilonia, Attis en Asia Menor), el AT es de una suprema sobriedad al respecto. Aquí Dios no es concebido como una divinidad de la fecundidad que debe rencor al eterno ritmo de las diversas estaciones del año. Sin embargo, se insiste en la sucesión lineal de la historia que algún día llegará a su termino coincidiendo con un juicio final de Dios. De una resurrección, tanto individual como colectiva, no podemos encontrar traza expresa en los escritos del AT. Solamente en la apocalíptica judía (Esd 26.19; Dn 12, 1) apunta la idea de una doble resurrección de los justos y de los malvados, acompañada de un juicio último después de una restauración completa de la humanidad ( 4 Esd, Apoc, Baruc).

En tiempos de Jesús, el parecer de los doctores de la ley judíos no era unánime en esta materia: los saduceos rechazaban la idea misma de la resurrección al contrario de los fariseos (Mc. 12, 18s; Hch 23. 6-8). En el NT, la idea de resurrección se convierte en central. La intuición fundamental se asume indudablemente del AT: la victoria de Jesús y de los muertos no se concibe como una victoria cíclica (al ritmo de las estaciones) y cósmica de la vida sobre la muerte, sino como un acto escatológico y gratuito de Dios que pone un término definitivo al reino de la muerte. Esta última no se considera, pues, como un eclipse provisional de la vida, sino como una aniquilación total del hombre, donde solo el poder de Dios lo puede hacer remontar. Y, sobre todo, el NT tiene esto de particular: que todo lo que afirma sobre la resurrección lo relaciona con un hecho histórico muy próximo: la muerte y la resurrección de Jesús. En el marco de esta triple perspectiva, que constituye la originalidad del pensamiento cristiano primitivo al respecto, podemos precisar los siguientes puntos particulares:


a) Los testimonios más antiguos sobre el hecho mismo de la resurrección de Jesús no se encuentran en los evangelios, sino en las epístolas y en ciertos textos arcaicos. Y lo que más impresiona en estos textos es que la resurrección de Jesús es afirmada, pero no descrita, y esto siempre como un acto de poder de Dios que nada podía hacerlo preveer de antemano explicar después de lo ocurrido. Los apóstoles no prueban la resurrección de Jesús, es para ellos un objeto de fe (1 Cor 15,12).

b) A pesar del desorden que reina en los textos neotestamentarios sobre las apariciones de Cristo resucitado (principalmente sobre el lugar y el número de estas apariciones, como tambien sobre su ubicación temporal por respecto a la ascensión de Jesús), hay que subrayar que el resucitado no es descrito como un espíritu puro, sino como una persona viva revestida de un "cuerpo". Lo que el NT pretende destacar con todo esto es, sobre todo, la identidad personal entre el que "sufrió" y el que después fue "elevado". Ese sufrimiento y esa gloria reciben, el uno de la otra, su significación. Para ser fiel al NT, no hay que confundirlas ni separarlas.  

c) En efecto, la resurrección de Jesús, según el NT, no es solamente un hecho histórico en el sentido que acabamos de ver, sino que es además, un juicio de Dios concerniente ahora a toda persona humana. Ninguna fórmula neotestamentaria expresa esto más claramente que Rom 4, 25: Jesús "ha sido entregado por nuestros pecado y resucitado por nuestra justificación". Lo que Dios ha hecho resucitando a Jesús, lo ha hecho por nosotros, por nuestra salvación. La resurrección de Jesús expresa, pues, esta voluntad particular de Dios que, después de haber aniquilado al hombre pecador, lo llama milagrosamente a una vida nueva. Por su resurrección, somos devueltos a la vida, y esto desde ahora, aunque todavía de una manera oculta. 

d) Por tanto, solamente en los últimos días se manifestarán plenamente los efectos de la resurrección de Jesús en pro de los creyentes y de la humanidad entera. De esta resurrección última y definitiva, las resurrección individuales narradas por los evangelios son signos precursores: ellos dan testimonio de que "los tiempos se han cumplido", de que Jesús es el inaugurador del reino y de que al imperio de la muerte va a suceder la victoria de la vida.

De todo eso, se deduce que la buena noticia, que constituye el evangelio, abarca y comprende a todo el hombre. Según el concepto bíblico, la muerte, como hemos visto, es de suyo la aniquilación, la desaparición total del ser humano y de su entorno cósmico. Por eso la resurrección se contrapone a la creación: es "la nueva creación" (2 Cor 2, 17; Gál 6, 15). El hombre, que por el bautismo "se ha incorporado a la muerte de Cristo", lo ha hecho automáticamente "a su resurrección" (Rom 5, 12s). Se trata de un acto exclusivo del poder de Dios, solamente contable y asimilable por la fe.

Y hay algo más: la resurrección no atañe solamente a los individuos aislados, sino a su contexto cósmico. En Rom 8, Pablo compara a la creación, la "historia humana", con una mujer que sufre, pero de dolores de parto. Esta cosmovisión obliga a los cristianos a asumir todo un movimiento que vaya en el sentido de la vida y a luchar contra toda tendencia que vaya en sentido de la muerte. El hecho de que la creación, según la frase paulina, "está embarazada de gloria", obliga a los creyentes a intensificar sus actuaciones ginecológicas para lograr que ese parto final, que todos esperamos, sea lo más glorioso posible.

En otras palabras: la resurrección elimina del contexto de la fe cristiana un tipo de cristología dolorista que presupone que el dolor y el sufrimiento de suyo son redentores y salvadores en lo que tienen de negativos. Todo lo contrario: la muerte de Cristo, que siempre se presenta en el NT como un asesinato del que los impíos son culpables, solo tiene un sentido porque es superada en la resurrección.

Por eso, toda ascética cristiana, aun asumiendo las injusticias de un mundo cruel y pecador, no se resigna a ello, sino que intenta inocularle la dinámica de la resurrección que viene del poder de Dios, "que resucitó a Jesús de entre los muertos". Una mística de la pura y simple resignación se planta de espaldas al principio fundamental de la fe cristiana: la resurrección de Jesús y la consiguiente resurrección de los creyentes, toda la humanidad y de la creación misma. 

Cuando Carlos Marx proclamó que "la religión es el opio del pueblo", tenía ante sus ojos un tipo de cristianismo resignado y dolorista, que había sido manipulado por las clases dominantes para legitimar su explotación y opresión de las clases dominadas. Por eso, cuando recientemente la mística de la resurrección invade nuevas teologías, sobre todo el el Tercer Mundo, la famosa frase del filósofo ha dejado de tener sentido para convertirse en algo contrario: el cristianismo resurreccional es el gran estímulo de los pueblos humillados de hoy para luchar por su liberación inmediata y preparar así un final glorioso de la historia en el último día.

J.M González Ruiz en Diccionario Abreviado de Pastoral.

domingo, 23 de marzo de 2014

Dolor de Jesús y dolor del mundo (González Faus)

El dolor de Jesús aparece como un dolor no egoísta, no cenado en sí y, por ello, nada enfermizo, aunque pueda ser sumo. No gira en torno a sus propios traumas, sus propias frustraciones, sus fijaciones... Por eso tampoco es obsesivo ni quita la capacidad de goce o de interés. No cierra en sí, aunque abate y destroza. Y creo que solo aquí pueden tener cabida las alusiones a la providencia en el sermón de la montaña, que, tomadas en un contexto de religiosidad general, sonarían a cinismo, a ingenuidad o a opio del pueblo: los lirios siguen floreciendo y los pájaros cantando también cuando yo sufro, y el mundo puede seguir siendo bello cuando para mí es objetivamente horroroso. Y eso significa que mi dolor no da la medida valoral del mundo (como tampoco la da el goce privado), pese a que la experiencia de dolor es esencialmente experiencia del mundo como falto de sentido. Lo que se llama "aceptación cristiana del dolor" quizá no pueda significar más que eso: aceptar que la propia subjetividad no es el centro de la clave de interpretación del mundo y, en este paso, comenzar a "existir para". En este sentido, y pese a estar escritos desde la pascua, es llamativo el interés de los evangelios por subrayar que el centurión, o el ladrón se convierten no al ver que Jesús los salva y se salva, sino al ver como sufre Jesús (cf. Lc 23, 39-42; Mc 15, 39).

Jose Ignacio González Faus en Acceso a Jesús

La cruz y la resignación (González)

Se ha ido falsificando, insensible pero radicalmente: se hace la cruz la resignación antes de tiempo. ¡Cuando la cruz de Jesús es precisamente el resultado de no haberse resignado nunca!.

José González Faús en Acceso a Jesús.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Respeto al pobre

Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado. Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra tambien un pobre con un vestido sucio; y que dirigís muestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: "Tú, siéntate aquí, en un buen lugar"; en cambio al pobre le decís: "Tú, quédate ahí, de pie", o "siéntate a mis pies". ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?.

Escuchad, hermanos míos queridos: ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman? !En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre¡ ¿No son acaso los ricos los que os oprimen y os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido invocado sobre vosotros? Si cumplís plenamente la Ley regia según la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obráis bien; pero si tenéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos de transgresión de la Ley.

Porque quien observa toda le Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos. Pues él que dijo: No adulteres, dijo tambien: No mates. Si no adulteras, pero matas, eres transgresor de la Ley. Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados por la Ley de la libertad. Poruqe tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia, pero la misericordia se siente superior al juicio".

Sant 2,1-13 en la Biblia de Jerusalén.

Mejor pasar por loco (Milani)


Mejor pasar por loco que ser instrumento de racismo.

Padre Lorenzo Milani en Carta a una mestra.

La escuela puede ser un instrumento de diferenciación (Milani)


Pero si los perdemos [a algunos alumnos], la escuela no es una escuela. Es como un hospital que cura a los sanos y rechaza a los enfermos. Se convierte en un instrumento de diferenciación cada vez más irremediable.

Padre Lorenzo Milani en Carta a una maestra.

El origen del nombre JEHOVÁ (Bentué)


El hebreo original tiene solo consonantes gráficas, sin vocales. Ello hace más difícil, para gente no judía, la lectura de la Biblia en el hebreo original; de aquí que, para facilitar la lectura bíblica a personas "gentiles" interesadas por el acceso al texto sagrado en su idioma original, un grupo de judíos alejandrinos, de mediados del siglo sexto después de Cristo, conocido como los "masoretas", inventaron los signos gráficos de las vocales, consistentes en puntos y rayas colocados encima o debajo de las consonantes respectivas, vocalizando de esta manera toda la Biblia hebrea. Por eso las biblias hebreas vocalizadas, conocidas como "masoréticas", son muy tardías. Pues bien, esos masoretas, al vocalizar el tetragrama sagrado JHVH, debido a que no lo pronunciaban nunca, sino que, en su lugar, decían ADONAI, le colocaron las mismas vocales correspondientes al término ADONAI (a,o,a), indicando con ello que no debía pronunciarse el tetragrama (JHVH), sino el atributo substituto ADONAI, con cuyas vocales, por eso mismo, se había puntuado el tetragrama inefable. Ello determinó que, en una lectura no informada del texto hebreo masorético, el vocablo resultante fuera JEHOVÁ, palabra errónea que deriva de la conjunción de las consonantes JHVH y las vocales correspondientes a ADONAI.

Pero nunca un judío ha leído esa palabra como "Jehová", término que resulta accidentalmente del mestizaje inadvertido entre las consonantes del JHVH y las vocales de ADONAI; pero tal conjunción quiere propiamente decir: "léase Adonai", puesto que el tetragrama JHVH nunca debe pronunciarse. 

Antonio Bentué en Historia de las Religiones.

Religiones Abrahámicas (Bentué)


Las religiones abrahámicas [son], en el orden de aparición histórica: Juadaísmo, Cristianismo e Islam.

A partir de la raíz bíblica del judaísmo, su desarrollo ha alimentado la fe de buena parte de la humanidad, desde el Oriente Medio (judaísmo) hasta Europa y América (cristianismo), y grandes sectores de África, así como numerosos territorios asiáticos (islam).

Antonio Bentué en Historia de las Religiones.

Los 4 modelos de Solidaridad (Maristas Chile)

La lógica gradual y ascendente [desde la cual se presenta] la propuesta de cuatro modelos, pretende acoger los distintos tipos de iniciativas solidarias que se ponen en marcha, reconociendo el valor que todas ellas tienen. En una sociedad que promueve el individualismo y la competencia, todas las acciones que van en bien del otro son dignas de
estímulos. Sin embargo, es necesario precisar las diferencias que hay entre unas y otras y explicitar el horizonte al que aspiramos, de acuerdo a las principios de la solidaridad cristiana. Más que definir lo que "es y no es auténtica solidaridad", optamos por desarrollar una propuesta que ayude a acercarse gradualmente a un ideal: la solidaridad transformacional.



a. Modelo Presolidario:
Hace referencia a acciones que, teniendo una finalidad social positiva, se desarrollan desde los intereses y necesidades de quien las lleva a cabo. Expresa un cierto "egoísmo positivo", en tanto va en beneficio de un teces, pero motivado más por los intereses de quien lo propone que por las reales necesidades y demandas de los destinatarios.

b. Modelo Asistencial:
Son acciones, individuos o instituciones que ante una situación de vulnerabilidad consideran las necesidades básicas inmediatas del afectado. Sin bien reconoce las necesidades del otro, se relaciona únicamente desde las diferencias materiales que observa entre ambos. Por esta razón, una vez solucionado del problema no se prolonga el vínculo.

c. Modelo Promocional:
Reconociendo y atendendo a las necesidades inmediatas de los destinatarios, va un poco más allá y se preocupa por entregarles herramientas y capacidades que les empoderen. Es un modelo de "autodesarrollo", en tanto las acciones apoyan a los destinatarios para que enfrentes por sí mismo las situaciones que les aquejan. Reconoce al otro como un sujeto con capacidades y procura una relación a más largo alcance.

d. Modelo Transformacional:
Corresponde a acciones que buscar solucionar las condiciones estructurales que hacen necesaria la solidaridad.  Es un modelo de "modificación", en la medida que pretende cambiar las situaciones de fondo que originan el problema y las diferencias entre "el que ayuda y el necesitado". Rompe la verticalidad de la acción (de arriba a abajo), ya que aspira a integrarlos a todos en una misma comunidad que asume las problemáticas sociales como algo común, como "nuestro problema". El alcance que tiene este tipo de solidaridad requiere necesariamente que el vínculo se prolongue en el tiempo e implique los proyectos de vida personal y la misión institucional.
La solidaridad transformacional se entiende como un proceso complejo que no se restringe a la mera acción directa o a la simple reflexión analítica de los problemas sociales. Incorpora tanto de lo uno como de lo otro y lo conjuga para proyectarlo en un servicio permanente.

Equipo de Solidaridad Maristas Chile en Guía orientadora de la Solidaridad Marista en Chile.