Según dicen los decires, él fue el primer tripulante de un Ford T, el Ford a bigote, en aquellas comarcas del norte argentino.
Por los caminos venía su Ford T, roncando y humeando.
Lento, venía. Las tortugas se sentaban esperándolo.
Algún vecino se acercó. Preocupado saludo y comentó: Pero don Dávalos--- a este paso, no va a llegar nunca.
Y él aclaró: Yo no viajo por llegar. Viajo por ir.
Eduardo Galeano en "Los Hijos de los días".
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