martes, 2 de diciembre de 2014

Idea de justicia para la idea de Dios

Mi argumento en contra de Dios era que el universo parecía tan injusto y cruel. ¿Pero cómo había yo adquirido esta idea de lo que era justo y lo que era injusto? Un hombre no dice que una línea está torcida a menos que tenga una idea de lo que es una línea recta. ¿Con qué estaba yo comparando este universo cuando lo llamaba injusto? Si todo el tinglado era malo y sin sentido de la A a la Z, por así decirlo, ¿por qué yo, que supuestamente formaba parte de ese tinglado, me encontraba reaccionando tan violentamente en su contra? Un hombre se siente mojado cuando cae el agua porque el hombre no es un animar acuático: un pez no se sentiría mojado. Por supuesto que yo podía haber renunciado a mi idea de la justicia diciendo que ésta no era más que una idea privada mía. Pero si lo hacía, mi argumento en contra de Dios se derrumbaba tambien..., ya que el argumento dependía de decir que el mundo era realmente injusto, y no simplemente que no satisfacía mis fantasías privadas. Así, en el acto mismo de intentar demostrar que Dios no existía -en otras palabras, que toda la realidad carecía de sentido - descubrí que me veía forzado a asumir que una parte de la realidad (específicamente mi idea de la justicia) estaba llena de sentido. En consecuencia, el ateísmo resulta ser demasiado simple. Si todo el universo carece de significado, jamás nos habríamos dado cuenta de que carece de significado, del mismo modo que, si no hubiera luz en el universo, y por tanto ninguna criatura tuviera ojos, jamás habríamos sabido que el universo estaba a oscuras. La palabra oscuridad no tendría significado.

C.S. Lewis en Mero Cristianismo.

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