Y ahora vayamos un paso más adelante. Hay dos maneras en las que la máquina humana se estropea. Una de ellas ocurre cuando los individuos se apartan unos de otros, o chocan entre sí causando daño, engañándose o agrediéndose. La otra tiene lugar cuando las cosas se estropean dentro del individuo... cuando las diferentes partes que lo componen (sus diferentes facultades, deseos, etc.), se separan entre sí o interfieren unas con otras. Podéis haceros una idea bastante clara sin pensáis en otros como una flota de barcos navegando en perfecta formación. El viaje será un éxito solo si, en primer lugar, los barcos no chocan unos con otros o se cruzan en sus trayectorias y si, en segundo lugar, cada barco está en buen estado y sus máquinas funcionan como deben. De hecho, no es posible tener una de estas cosas sin la otra. Si los barcos no hacen más que colisionar no podrán seguir navegando por mucho tiempo. Por otro lado, si sus timones están estropeados no podrán evitar la colisión. O, si preferís, pensad en la humanidad como en una orquesta que toca una melodía. Para obtener un buen resultado son necesarias dos cosas. El instrumento individual de cada miembro de la orquesta debe estar afinado, y cada uno de ellos debe entrar en el momento indicado para combinar con los demás.
Pero hay una cosa que aun no hemos considerado. No hemos preguntado adonde se dirige la flota, o qué pieza de música está intentando tocar la orquesta. Puede que todos los instrumentos estén afinados y que todos entren a tocar en el momento indicado, pero así y todo la actuación podría no ser un éxito si la orquesta hubiera sido contratada para tocar música bailable y en realidad no tocara otra cosa que marchas fúnebres. Y por bien que navegase la flota, su viaje podría resultar un fracaso si su destino final fuese Nueva York y llegase en cambio a Calcuta.
La moral, pues, parece ocuparse de tres cosas. La primera, de la justicia y la armonía entre los individuos. La segunda, de lo que podríamos llamar ordenar o armonizar lo que acontece en el interior de cada individuo. Y la tercera, del fin general de la vida humana como un todo, aquello para lo que el hombre ha sido creado; el rumbo que debería seguir toda la flota; la canción que el director de la orquesta quiere que ésta toque.
C.S. Lewis en Mero Cristianismo.
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