sábado, 19 de julio de 2014

Amor a sí mismo

Quien se ama mal a sí mismo, ama mal a los demás.
J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La importancia del amor a sí mismo

La acción de gracias no puede brotar en unas persona, sino hay en ella un verdadero y profundo amor a sí misma. La persona que no se quiere, no puede agradecer su existencia. La primera exigencia para desplegar la vida de manera sana es amarse a sí mismo, ser amigo de uno mismo. Ahí puede estar el secreto de un crecimiento sano o, por el contrario, uno de los errores más grave del individuo.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Moral cristiana como invitación a la plenitud

Una de las tareas evangelizadoras más urgentes hoy es, a mi juicio, la de recuperar una visión más positiva de la moral cristiana, percibida por muchos, no como la forma más sana de vivir, sino como un conjunto de leyes y preceptos que impiden vivir la existencia de forma gozosa y liberada. Por decirlo en dos palabras, hay que ayudar a las gentes a descubrir que las cosas no son malas porque Dios las prohibe, sino que están prohibidas porque son malas y no conducen a una sana realización de la existencia. Hay que promover la forma de vida evangélica mostrando prácticamente que es el estilo de vida más acertado y saludable.


J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Ser cristiano es más que creer en Dios

Ser cristiano no es simplemente creer que Dios existe, sino acoger práctica y existencialmente el amor gratuito de Dios, saberse amado en Cristo, tal como soy, antes que cambie y sea mejor.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La experiencia básica del amor

Lo que hoy enferma de raíz la vía de no pocos es, precisamente, la falta de esta experiencia básica [el amor]. No se sienten amados. Les falta estímulos y la fuerza más decisiva para su desarrollo humano. (...)

Ser cristiano no es simplemente creer que Dios existe, sino acoger práctica y existencialmente el amor gratuito de Dios, saberse amado en Cristo, tal como soy, antes que cambie y sea mejor.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La falsa ilusión de pensar la salud como bien de consumo

Fatal ilusión de creer que la salud puede ser producida y conservada como uno de los tantos bienes de consumo de la sociedad moderna. De hecho, una excesiva tecnificación de la medicina puede hacer que las personas descuiden de manera irresponsable su salud. Ivan Illich llega a decir que esta puede ser la "mayor amenaza para la salud del ser humano", ya que las personas terminan abdicando, en buena parte, de su propia responsabilidad, para confiar de manera desproporcionada en la técnica médica.

Lo cierto es que no pocas personas van perdiendo la relación responsable con su propio cuerpo y su salud. Casi sin advertirlo, se va atrofiando su capacidad de escuchar y de interpretar los mensajes de malestar o bienestar que el organismo envía. Por otra parte, se acude rápidamente al médico para "ser curado", sin ahondar de forma más consciente y responsable en las posibles causas de la enfermedad.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La vida como regalo y tarea

Para el creyente, la vida es ante todo regalo y gracia. El gran don recibido gratuitamente del creador. No la hemos decidido nosotros. No es algo que se debe a nuestro esfuerzo o mérito. Aunque nos parece muy normal existir, nuestra vida es un acontecimiento que podía no haber sucedido. Es Dios mismo el que nos ha llamado a vivir y ha hecho que se produzca es hecho único, original e irrepetible.

(...)

Nadie, antes de mí, ha sido igual que yo ni lo será nunca. Nadie verá jamás el mundo con mis ojos. Nadie acariciará con mis manos. Nadie rezará a Dios con mis labios. Nadie amará nunca con mi corazón. Por eso, mi primera vocación es ser yo mismo. Desarrollar las virtualidad que hay en mí. Ser fiel a Dios en mí mismo. Responder al creador desplegando la vida que ha sembrado en mí.

Esto significa que yo soy el primer responsable. Mi vida es solo mía y nadie me puede sustituir. Si yo no la vivo, habrá en el mundo un vacío que nadie podrá llenar. Si yo no amo, siempre faltará ese amor. Si yo no gozo, no crezco, no creo, faltarán para siempre ese gozo, ese crecimiento y esa creatividad.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Jesús como principio de salud

Jesús genera salud tanto en los individuos como en la sociedad. Su presencia e intervención siempre tienen un carácter saludable.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Violencia como fruto de la frustación

Hay un tipo de violencia cuya principal raíz es la frustración. Cuando el individuo se ve frustrado en sus necesidades más hondas y se hunde en el desencanto, el vacío interior o el desengaño, se le hace difícil creer en el amor y la justicia, en la sociedad o en el futuro. Más bien crece en el la rabia, la hostilidad y el odio a la vida.

Lo que se desea demostrar es que la vida es mala, que los hombres son malos, que uno mismo es malo.

J. A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

"Comprar" como sentido de vida

El comprar se ha convertido para no pocos en uno de los actos más importantes de su vida. Comprar algo, lo que sea. El individuo entonces empieza a depender cada vez más de las cosas. Hay que estar al día, llevar lo último, poseer el modelo recién salido al mercado. La persona termina viviendo solo para consumir cosas, vestidos, coches, bebidas, libros, conferencias, revistas, paisajes, televisión, cultura, religión. Todo está ahí para ser consumido. El individuo no sabe ya relacionarse de manera sana con las cosas.
J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Vacío existencial

Cuando una persona no encuentra sentido a su vida, se siente como vacía y perdida. La vida no es ya regalo ni estímulo. El individuo deja de vivir como un "yo personal" para reducirse a un "sistema de deseos y satisfacciones" que funciona mejor o peor. La persona vive entonces desde estímulos externos.

J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

viernes, 18 de julio de 2014

La acogida

Cuando acogemos a una persona, la estamos liberando del peso de la soledad.

J.A. Pagola

La importancia de acoger

Cuando acogemos a una persona, la estamos liberando del peso de la soledad, la estamos acompañando, y, en esa misma medida, le estamos infundiendo fuerzas para vivir. Por muy difícil que sea su situación y por muy hundida que se encuentre, si esa persona descubre que no está sola, que hay alguien a quien pueda acudir, podrá nacer de nuevo la esperanza en su corazón. La mutua acogida, el compartir de manera positiva las dificultades de la existencia, genera esperanza. Esta es la consigna cristiana: "Acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios" (Rom 15,7). Donde está ausente la acogida, se puede destruir la vida. Lo decía el mismo San Pablo: "Cuidado, que si os seguís mordiendo y devorando unos a otros, os vais a destrozar mutuamente" (Gál 5,15).

Es una gran tarea hoy ofrecer acogida y refugio a tantas personas desconcertadas, indefensas o desvalidas. La esperanza es más fácil donde se promueve una cultura de la mutua acogida. Si sabemos estar junto a la persona que sufre y compartir sus preocupaciones, si esa persona sabe que, al menos, junto a nosotros puede estar segura y manifestarse como es, si sabe que la aceptamos, en ella puede despertarse lentamente la esperanza, puede crecer la confianza en la vida, puede abrirse un camino hacia el Dios de la esperanza. La acogida facilita la esperanza, ayuda a abrir el horizonte, elimina obstáculos, abre salidas a situaciones desesperanzadas.

J. A. Pagola en Es Bueno Creer.

Ser signo de esperanza

Cada uno podemos ser un pequeño signo, una pequeña prueba de ese Dios de la esperanza.

Jose Antonio Pagola.

Quien ama la libertad

Cuando se espera y se ama la liberación "empiezan a doler las cadenas"
J. Moltmann

Critica a la absolutización del presente

Quien ama y espera el futuro de Cristo no puede "conformarse" con la realidad tal como es hoy. El mundo se le hace inaguantable a quien espera "los nuevos cielos y la nueva tierra en lo que habitará la justicia" (2Pe 3,13). La esperanza introduce contradicción con la realidad presente; genera protesta; nos despierta de la apatía y de la indiferencia propias del hombre contemporáneo; nos desinstala. Cuando se espera y se ama la liberación "empiezan a doler las cadenas" (J. Moltmann). No estamos en el mejor de los mundos. La esperanza cristiana destruye "los gérmenes de resignación" de los satisfechos. "Esta esperanza transforma a la comunidad cristiana en una constante inquietud dentro de aquellas sociedades humanas que quisieran estabilizarse, convirtiéndose en la "ciudad permanente". Transforma a la comunidad cristiana en fuente de impulsos nuevos que incitan a realizar aquí el derecho, la libertad y la humanidad, a la luz del futuro anunciado que debe venir.

J.A. Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Esperanza inconformista

El que espera "la nueva creación" no puede conformarse jamás con el mundo tal como está. Precisamente porque cree y espera en un mundo mejor, al cristiano se le hace intolerable este mundo configurado por el egoísmo, los abusos, la corrupción, la injusticia y la mentira. Nunca se podrá habituara a la injusticias, a la fatalidad de la muerte, a la mediocridad inevitable del ser humano. Estar en paz con el Dios de la esperanza es estar en discordia con este mundo. Por eso, como dice J. Moltmann, "para la esperanza, Cristo no es solo consuelo en el sufrimiento, sino tambien la protesta de la promesa de Dios contra el sufrimiento". La esperanza, cuando es verdadera, no aquieta, sino que inquieta; no deja descansar. No aplaca el "corazón inquieto" del hombre, sino que ella misma es el "corazón inquieto" dentro del ser humano. Mantiene el hombre disconforme mientras no se cumulan totalmente las promesas de Dios.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Esperanza en tensión al futuro

El que vive animado por la esperanza cristiana pone su mirada en el futuro. No se detiene sólo por el presente; no vive encadenado al pasado; mira siempre hacia adelante. La esperanza introduce siempre perspectiva de futuro.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Hombre light

Cuando falta la esperanza, la vida se va vaciando de verdadero contenido humano. Según prestigiosos psiquiatras, está creciendo entre nosotros un tipo de hombre "rebajado" de su contenido humano. Un hombre light. Como esos productos modernos, ligeros de calorías y atenuados en su fuerza natural: café descafeinado, leche descremada, tabaco sin nicotina. Un hombre interesado por muchas cosas, pero sólo de manera epidérmica. Muy atento a todo lo pragmático, pero con poco hondura. Un ser trivial y ligero, cargado por la vida, sin criterios  básicos de conducta. Al sexo se le llama amor, al placer felicidad; a los programas televisivos, cultura.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Cristianismo y esperanza

Desde una perspectiva cristiana, se puede decir que creer en Jesucristo es descubrir la esperanza última que anima la existencia humana. Por eso, si un cristiano pierde la esperanza, lo ha perdido todo. Sin la esperanza, la fe cristiana se va vaciando de vida. El cristianismo decae y pierde vigor. Solo la esperanza moviliza la fe y anima desde dentro la vida cristiana.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Consecuencias del sufrimiento inútil

Las personas que sufren inútilmente, hacen sufrir. Los resentidos crean en su entorno resentimiento. Los que viven en conflicto, siembran conflictividad. Los que no se aceptan con paz en sí mismos, difícilmente aceptan a los demás. Los que están descontentos de sí mi mismos, crean descontento y malestar.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

jueves, 17 de julio de 2014

La verdadera cruz que Jesús nos invita a llevar

La cruz no es sino el sufrimiento que se producirá en la vida del discípulo como consecuencia de ese seguimiento, el destino doloroso que habrá de compartir con Cristo si sigue realmente sus pasos: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8,34). La cruz brota de la vida del cristiano como consecuencia de ese seguimiento  fiel a Cristo.

Esta sencilla y elemental observación es de suma importancia. Hoy se llama fácilmente cruz a cualquier cosa que hace sufrir, incluso a los sufrimientos que aparecen en nuestra vida generados por nuestro propio pecado o nuestra manera equivocada de vivir. En realidad, no hemos de confundir la cruz con cualquier desgracia, contrariedad o malestar que encontramos en la vida. D. Bonhoffer lo recuerda de manera clara y precisa: "La cruz no es el mal y el destino penoso, sino el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente de hecho de estar vinculados a Jesús". La cruz es un sentimiento vinculado no a la exigencia natural, sino al hecho de ser cristianos.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

Inexactas comprensiones sobre la cruz de Jesús

Estamos habituados a considerar la crucifixión de Jesús como algo desconectado de su contexto histórico y de las causas concretas que la provocaron. La cruz aparece, con frecuencia, como una especia de negociación que se ha dado entre Jesús y el Padre para salvar la humanidad. La crucifixión de Jesús sería el resultado de un acuerdo entre el Padre, justamente ofendido, que exige una reparación, y el Hijo encarnado que entrega su vida de valor infinito en nuestro nombre por nuestra salvación.

A lo largo de los siglos se han ido desarrollando diversas teorías soteriológicas que interpretan la cruz de Jesucristo entendiéndola como rito apaciguador, precio de un rescate, víctima de expiación, sacrificio de inmolación, satisfacción de carácter jurídico-penal o moral, etc. Aunque el contenido de estas teorías puede ser explicado adecuadamente, su divulgación poco correcta ha contribuido a considerar falsamente la cruz como un sufrimiento que Dios reclama y exige antes de perdonar a los hombres.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

¿El sufrimiento enviado por Dios?

No hay motivos teológicos para concebir a Dios interviniendo de manera directa en nuestras vidas para repartir aquí o allá determinados sufrimientos como castigo, purificación o prueba de las personas.

Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.

La felicidad fuera de uno mismo

No hemos de olvidar lo que decíamos del engaño que supone poner la felicidad fuera de uno mismo. Cuando, para ser feliz, necesito de la aprobación y el aplauso de otros, de su amistad o de su amor, de su presencia y acogida, mi felicidad queda en manos de esas personas. Les doy poder sobre mí. Si me responden como yo deseo, me sentiré feliz: si no es así, me veré desgraciado. A la larga, quien espera que los otros le hagan feliz termina siendo un desdichado.

José Antonio Pagola  (1996) en Es Bueno Creer.

La felicidad en las cosas

Cuando yo no pongo mi felicidad en esas cosas, les estoy dando un poder sobre mí, les estoy dando un poder sobre mí, les estoy entregando "la llave" de mi felicidad, hago depender mi felicidad no de mí, sino de algo exterior a mí. En realidad, yo me voy vaciando de libertad y de vida. La fuente de mi felicidad no está ya en mi mismo, la desplazo fuera de mí y la pongo en esas cosas a las que entrego "la llave" de mi dicha. Pero, ¿en sensato hacer depender la felicidad de algo que no está en mí?.

José Antonio Pagola  (1996) en Es Bueno Creer.

La búsqueda de felicidad en lugares equivocados

El problema está en que no buscamos la verdadera felicidad, o la buscamos por caminos equivocados. Queremos que cambie el entorno que nos rodea, que mejore la situación, que las personas nos traten bien, que nos sucedan cosas buenas. En el fondo, buscamos que la vida se vaya adaptando a lo que nosotros deseamos. Nos parece que entonces tal vez seremos felices. Queremos ser dichosos, pero contando con el amor o la amistad de tal o cual persona, asegurando el logro de tal éxito, consiguiendo un determinado nivel de vida. Entonces esperamos que la suerte o el destino nos sean  propicios, que las cosas nos vayan bien y podamos así ser felices.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

Bienaventuranzas y felicidad

Si se analiza la estructura de las bienaventuranzas, se observa que la felicidad de la que ahí se habla, no está producida por los esfuerzos que hacen los pobres, los que lloran, los no violentos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz. No son ellos los que generan la felicidad. La dicha "acontece" en estas personas porque le tienen a Dios como rey y señor de sus vidas. Se les proclama felices porque reciben su consuelo, son saciados por él, gozan de su misericordia y su ternura, son sus hijos. La felicidad proviene de Dios.

Lo que tienen que hacer estas personas a las que Jesús se dirige, es tomar conciencia de esa felicidad. Descubrir cómo esa actitud concreta de pobreza, de amor misericordioso, de hambre de justicia, de limpieza de corazón, les está abriendo la posibilidad de experimentar la verdadera felicidad que siempre es regalo de Dios.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

El mayor pecado: no disfrutar de la vida

Tal vez, la felicidad no se pueda conseguir porque ya la "tenemos", aunque no acertamos a experimentarla. Quizás la felicidad está ahí, en nosotros, en la vida misma, pero yo no me entero. Tal vez, en el fondo de la vida hay una felicidad real, desconocida, insospechada, que a mí se me está escapando porque ando ocupado en otras cosas que me parecen más importantes, pero que no me dejan disfrutar de verdadera felicidad. Mi mayor pecado puede ser que estoy disfrutando poco de la vida.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.

Fe cristiana y felicidad

A los cristianos se nos olvida a veces que ele evangelio es una respuesta a ese anhelo profundo de felicidad que habita nuestro corazón. No acertamos a ver en Cristo a alguien que promete felicidad y conduce hacia ella. No terminamos de creernos que las bienaventuranzas, antes que exigencia moral, son anuncio de felicidad. En la historia del cristianismo se ha ido abriendo una distancia grande entre la felicidad concreta y actual de las personas y la salvación eterna. Se tiende a pensar que la fe es algo que tiene que ver exclusivamente con una salvación futura y lejana, pero no con la felicidad concreta de cada día, que es la que ahora mismo nos interesa.

Jose Antonio Pagola en Es Bueno Creer.