Esta sencilla y elemental observación es de suma importancia. Hoy se llama fácilmente cruz a cualquier cosa que hace sufrir, incluso a los sufrimientos que aparecen en nuestra vida generados por nuestro propio pecado o nuestra manera equivocada de vivir. En realidad, no hemos de confundir la cruz con cualquier desgracia, contrariedad o malestar que encontramos en la vida. D. Bonhoffer lo recuerda de manera clara y precisa: "La cruz no es el mal y el destino penoso, sino el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente de hecho de estar vinculados a Jesús". La cruz es un sentimiento vinculado no a la exigencia natural, sino al hecho de ser cristianos.
Jose Antonio Pagola (1996) en Es Bueno Creer.
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