Aprender hoy a ser implica una disciplina de los sentidos.
Oscila entre el extremo de su renuncia total y el de la exacerbación sensorial.
Es esta una educación a la que no se le ha prestado atención. De ahí que haya
tanta gente cansada por el exceso o por la falta del uso adecuado de los
sentidos. Por exceso, al entregarse al desgobierno de algún sentido. Por
defecto, al no saber usarlo, sobre todo en relación con la naturaleza. Cuántas
veces alguien atraviesa un parque y no se da cuenta de la belleza de los
árboles, del perfume de las plantas, del frescor del aire. Se halla sumido en
la barahúnda de su película interior. Dios quiso que sintiésemos el placer de
las cosas sensibles. Él nos creó con esas cinco ventas de los sentidos y
dispuso que hubiese una gama maravillosa y abundantísima de sonidos, colores,
gustos, caricias, perfumes, para satisfacerlos.
La disciplina de los sentidos se ve hoy amenazada por una
cultura que nos somete a la corvea del placer. Verdadera paradoja. La corvea
era el trabajo no remunerado que, en el feudalismo, el campesino prestaba a su
señor o al Estado. Trabajo impuesto y pesado. El hombre moderno se considera
liberado de esa corvea para entregarse al placer sin ningún impedimento. Sin
embargo, cuanto más autónomo, libre y soberano se considera, más atado se
encuentra al tropismo de la imitación de lo que lee y ve en las revistas
pornográficas, a los rituales del sexo y el placer, a los sondeos de opinión, a
los ejemplos de personas exhibicionistas. Y como no se da cuenta de ese
proceder, se siente esclavo, sometido a una "nueva corvea", no ya de
los señores feudales, sino de la obligación introyectada de ser como los
modelos sexuales que se le presentan.
(...)
La ventanas superiores de la belleza, de la verdad, del bien
y de la trascendencia educan a las ventanas del sentido. A medida que abramos
esas ventanas a espacios cada vez más amplios, conseguiremos sublimar los
éxtasis desequilibrados del abrir de par en par las ventas inferiores del
sentido. Y hoy en día los sentidos son potenciados unilateralmente por dos
factores poderosos: la imagen electrónica y la droga. Combatirlos directamente
parece una batalla perdida. (...). El camino indirecto, pero maravilloso y
capaz de atraer a los jóvenes, es precisamente el de la estética, la religión,
la ética, el pensar.
Joao
Baptista Libanio. El Arte de
Formarse.
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