Cada miembro se anula a sí mismo, se despoja de su singularidad y originalidad. Pierde su propia identidad, que queda diluida en el grupo. Las personalidades débiles se sienten bien, porque descargan en el grupo el peso de su propia libertad. No necesitan decidir nada, porque el grupo lo hace por ellos. Este tipo de grupos proliferan hoy en la marginalidad de la droga, el crimen, de las hinchadas organizadas y violentas, de las proezas arriesgadas, de las aventuras sin límite.
Joao
Baptista LIBANIO. El Arte de
Formarse.
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