Es pues, en resumen, un héroe civilizador ligado al comienzo de la sedentarización de los antiguos nómades turcomongoles. La quemazón provocada por sus especias es, sin duda, el origen de este simbolismo ígneo, solar y por ello, civilizador.
La iconografía medieval ve en el erizo un símbolo de la avaricia y la gula, sin duda por la costumbre que se le atribuye de revolcarse sobre los higos, las uvas y las manzanas que encuentra o hace caer y, cubierto por sus espinas, riese a ocultar a los huecos de los árboles para amontonar sus riquezas y alimentar a sus crías.
Jean Chevalier en Diccionario de los Símbolos.
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