En el vientre de una madre y después
de nacer, los niños tienen lo que se llama confianza
básica. Esta confianza es pre-conceptual e involuntaria, es un instinto
natural. Se experimenta como una sola cosa en un entorno y no tienen razón para
desconfiar de nada ni de nadie. Progresivamente, a medida que se hacen más
independientes y empiezan a experimentar algún tipo de rechazo, ya sea real o
aparente, los niños aprender a desconfiar, sospechan de otro y de su entorno.
El yo aislado toma el mando con actitud agresiva, temerosa, desconfiada y con
deseos de controlar su entorno.
Albert Nolan en Jesús hoy. Una espiritualidad de libertad
radical.
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