martes, 11 de febrero de 2014

El estudiante Quijote (Castillo)

Hubo un tiempo en que yo había visto que la gente hacía leer El Quijote y después hacía controles de lectura: capítulo XIV, capítulo XX, capítulo XXVIII. Los alumnos los leen y usted hace un control de lectura. Yo hice lo mismo. Pero me encontré con un niño que estaba al frente mío en un curso de 52 alumnos. Él tomaba su hoja, veía las preguntas, firmaba, sacaba la hoja y me la dejaba encima de la mesa. ¿Qué significaba? -" No pienso trabajar "- eso pasó una vez. Yo ya había aprendido tantas cosas que aguanté y dije "si me la hace por segunda vez voy a tener que hablar con él". Una semana después, hago el segundo control y el mismo muchacho de primera fila pesca su prueba, la firma y sin contestar nada me la tira por la cara. Entonces lo llamo aparte y le pregunto:¿Qué es lo que pasa?, porque usted no sabe si es culpable o no. Han pasado tantos años, y usted ha cometido tantos errores que no está para decirle: ¿Qué pasa? No. Parece que fuera insolencia, parece que fuera mala conducta, parece que fueran otras cosas, pero como ya me había tocado aprender eso, prefiero tomar el otro camino y decir: ¿Qué es lo que pasa?
- "No puedo soportar un mal profesor", me dice. "Mire, yo quiero ser pintor, no tengo más ropa que la que ando trayendo (era de los más pobres del curso) y quiero ser pintor. En mi casa me dicen que cómo puedo ser tan imbécil. Un pobre no puede ser pintor, que de qué voy a vivir, que los cuadros no se venden, que por qué no tomo otro oficio... Y dice mi mamá: " Este es un Quijote " y yo creo que mi mamá está hablando bien de mí. No está hablando mal, está pensando que yo soy un tipo como un Quijote, que quería un mundo justo, que quería luchar por aquellos que no tenían defensores. Bueno, eso creo yo. Pero usted hace un control de lectura en que pregunta toda clase de tonterías, menos qué es ese hombre."
Entonces yo le explico que en un control de lectura lo que usted está tratando de saber es si efectivamente leyeron o no leyeron. En el afán de controlar la lectura, usted hace muchas preguntas sensatas y otras preguntas tontas, porque no quiere correr el riesgo de que alguien no haya leído nada y se vaya a salvar hablando las maravillas de Don Quijote, porque vio una película y salió del paso. En cambio si uno entra en el detalle del capítulo XXI no va a saber qué hacer.

Y él me dice: "O sea si usted quiere averiguar eso ¿por qué no estudió para policía?... yo creo que usted está perdido. Llevamos tres años tratando de hacer de un profesor un maestro y no hemos avanzado gran cosa. Le hemos dicho cómo tiene que hacer las cosas, cómo tiene que mostrarlas, pero no hay caso, a usted le da por andar controlando si hicimos esto, si hicimos lo otro..."
Entonces cuando yo ya estoy en el suelo, derrotado, le digo: "Entiendo todo" (un maestro no es un controlador, es un suscitador, es un tipo que levanta el alma de la gente). Y me dice: "Ahora que usted entendió, ahora que usted se atrevió a preguntarme, se ha hecho digno de que yo le enseñe algo que antes habría sido inútil. Usted como profesor tiene un sola manera de saber si uno hizo o no hizo algo... son cortos de inteligencia, no saben más que sus tecniquitas para saber si aprendí o no aprendí. Pero mire, yo tengo otra manera, usted sabía que a mí me gustaba la pintura, pero se olvidó de eso..." - y fue a su banco, sacó cinco cuadros hermosos: capítulo XIV, capítulo XXV, capítulo XXII... - y mostrándolos me preguntó: "¿Los leí o no los leí?"

Gabriel Castillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario