La señora Magloire cultivaba legumbres en el jardín; el obispo, por su parte, había sembrado flores en otro rincón. Crecían también algunos árboles frutales.
Una vez, la señora Magloire dijo al obispo con cierta dulce malicia: -Monseñor, usted que saca provecho de todo, tiene ahí un pedazo de tierra inútil. Más valdría que eso produjera frutos que flores. - Señora Magloire - respondió el obispo -, usted se engaña: bello vale tanto como lo útil. Y añadió después de una pausa: Tal vez más.
Víctor Hugo (1862), en Los Miserables
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