El animal que siguiera las leyes de sus instintos sería un animal perfecto, pero el hombre que respondiera de la misma forma a las exigencias instintivas de sus pulsiones, se convertiría en una auténtica bestia.
Esta necesidad humana e irrenunciable de modelar nuestro comportamiento brota, por tanto de nuestras propias estructuras antropológicas. Estamos condenados, queramos o no, a ser éticos.
Eduardo López Azpitarte en Amor, Sexualidad y Matrimonio.
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