viernes, 19 de febrero de 2016

El juicio final egipcio y su moral

El ritual del juicio consiste en un verdadero interrogatorio, en el cual intervienen los dioses Anubis y Tot, como inquisidores principales, y los cuarenta y dos dioses, a cuyas preguntas debe contestar el alma del difunto, acompañada por Maat, como su abogada e introductora.

Una vez superado el breve interrogatorio inicial, en que Anubis le pregunta los nombres de las diversas partes del portón de acceso a la sala del juicio, interviene largamente el difunto para declarar su propia inocencia con respecto a los pecados ahí enunciados. Los criterios de moralidad ahí establecidos acentúan sobre todo dos tipos de faltas: contra el culto a los dioses y contra el buen trato a los semejantes.

He aquí algunas de sus confesiones:

"No he cometido iniquidad contra los hombres.
No he maltrato a la gente...
No he blasfemado contra Dios.
No he empobrecido a un pobre en sus bienes.
No he inculpado a un esclavo ante su patrón...
No he hecho pasar hambre a nadie.
No he hecho llorar a nadie,
no he matado a nadie.
No he sacado ofrendas alimenticias de los templos.
No he ensuciado los panes de los dioses.
No he sido pederasta.
No he fornicado en los lugares santos del dios de mi ciudad.
No he falseado el peso de la balanza.
No he quitado la leche de la boca de los recién nacidos.
No he privado de su pasto al ganado.
No he colocado un dique para retener el agua corriente.
No he puesto obstáculo a la procesión de un dios.
¡Yo soy puro, yo soy puro, yo soy puro, yo soy puro!...
No me llegará el mal en esta sala de los dos Maat, puesto que yo
conozco el nombre de los dioses que en ella se encuentran".

Antonio Bentué (2002) en Muerte y búsquedas de inmortalidad. 

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